We need a colder “coffe break” en Rocky Point

Salida de chicas. Es bien sabido como ya  el jueves empieza ya una necesidad de “desfogue” y no tanto de fiesta. La música ambiental se pone más alegre. Más cuando uno puede disponer de la quincena (no toda, solo parte). Aparte las temperaturas empiezan a subir y uno (simple mortal) requiere de algo que mitigue […]

Salida de chicas.

Es bien sabido como ya  el jueves empieza ya una necesidad de “desfogue” y no tanto de fiesta. La música ambiental se pone más alegre. Más cuando uno puede disponer de la quincena (no toda, solo parte). Aparte las temperaturas empiezan a subir y uno (simple mortal) requiere de algo que mitigue el calor y neutralice los efectos del café tardío.

Es la tarde, después de estar todo el día en la oficina. El cerebro se embota y uno ya está pensando en muchas cosas que no precisamente son “trabajo”.

Pasa una amiga como a las siete de la tarde. ¿Qué onda? Unos tragos para desatarugar ¿no?

Me encogí de hombros. La idea es buena. El jueves es el día antes del “deadline” mental, el día mundial del “ya mañana le sigo” (hay ocasiones en que es un verdadero “deadline”, pero no es la ocasión).

Entonces ¿qué se hace? Muy fácil, se sale y se disfruta. Hay que darse el chance y no solo llegar y abrir el refri con cara de constipados, a ver qué hay.

 

Sin embargo, hay que hacer un plan.

Pasa uno al cajero, dispone de dinero y ese es el límite. Uno tiene derecho a soltar el estrés, sí pero si ya se desea llegar al viernes en cuatro patas y/o pidiendo servicio de cama para acomodarse en el baño, es cuestión de cada quien. La rutina espera al día siguiente.

Ahora sí, a dar el roll.

La vestimenta es casual, nada muy elaborado. Cero vestiditos mínimos, maquillaje fantástico, peinados esmerados  y taconazos enormes. No, señoras y señoritas, porque se pierde la espontaneidad del momento. Aparte de que nadie espera eso en un jueves.

 

Empezamos en el Satisfied Frog, al final del Malecón. Unas cervezas, que si bien no son caras (tampoco baratas), tienen la ventaja de estar heladas y no quemadas. Puedes pedir algo de comer, si no nada más botanear con totopos y la salsa que está muy buena. Justo a tiempo para  ver el atardecer.

El trago de la casa  se llama Long Island Tea,  fuerte y  bien servido (pueden beberlo entre dos). Como evidencia de tu hazaña,  te dan la tapita del “mason jar” para que le pongas lo que quieras y lo claves en cualquier lado del bar. Parecen percebes, algo que le da al lugar un ambiente muy “marítimo”.

Con una vista muy padre del mar, un ambiente muy tranquilo, es ideal para platicar, echar chal superficial y exteriorizar los temas laborales que nos angustian.

Qué quieren, así somos las damas.

 

Ahí cierran temprano, entonces a moverse al punto #2: el Southside Jillz, que está hasta casi al final de la calle 13.  Es jueves y Agua de Coco toca ahí. Hay mesas de billar, un ping pong, Jenga gigante (con cuidado porque cuando cae, puede doler) y lo mejor de todo, barra libre para mujeres de 9 a 11. Un vodka o ron, no le cae mal a nadie. Ni el ping- pong, ni el  billar son de tiempo, ni monedas. Si está disponible, juegas, tan simple como eso. Perfecto para soltar el cuerpo, propinar risotadas y echar relajo.

Una recomendación: chequén en las redes que fiestas están disponibles, luego vienen bandas y tocan en distintos bares. Hace algunos jueves, en otro “coffee break”, antes de ir al Jillz, hicimos una parada estratégica al Skullyz con  The Black Moods, no estaba a reventar el local y la música de estos chicos es muy recomendable, para quien disfrute del rock, claro. (link) Esta semana va a empezar la fiesta del Circus Mexicus en Banditos (pero desde las 3 pm, no sé qué tanto se pueda uno escapar de sus obligaciones)

 

Bien. Termina Agua de Coco, termina la barra libre y el lugar se pone un poco triste. Entonces, es momento de moverse. Aún es temprano.

En esa misma calle, algunos metros más adelante esta el famoso OD, comúnmente llamado Chabelas. Ahí hicimos la última parada.

Es un extraño local, que trasgrede todas las leyes de la física. Un rectángulo con un pasillo de aproximadamente de ocho metros de largo que está lleno a reventar (pero no lo hace). Sale y sale gente y no parece vaciarse, entran y entran y tienen lugar dónde acomodarse. Te puedes encontrar a todo, incluso una banda completa con todo y tuba tocando mesa por mesa.

Encuentra un lugar y disfruta los últimos drinks. Hay de todo, incluso una botana de arrachera que a esa hora sabe a delicia. Mi amiga se sintió espléndida e invitó dos rondas de Jack & coke (Jack Daniels y coca, por dios). Ahí, en ese ambiente íntimo, apretujado y en el que te encuentras a todo el mundo, es ideal para tocar temas más profundos y chismes delicados, con sus respectivos exabruptos de canciones que salen del ronco pecho, cuando hay una canción que medio se sabe todo mundo.

Saliendo de ahí es “buenas noches”, cada quien a su casa  y a dormir como angelito, relajado, comido y bebido.

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