Diversidad Somos, la entrevista

Fue uno o dos días después, en el Mercadito de Comonfort un lugar que bien se convirtió en mi refugio algunas noches

Parte II.

La entrevista.

(Link a la Parte I)

Fue uno o dos días después, en el Mercadito de Comonfort un lugar que bien se convirtió en mi refugio algunas noches, (algunas mañanas era la cafetería de una amiga, y durante el día tenía una apretada agenda social pero esos son relatos para otra ocasión) donde tomando tranquilamente unas cervezas con Chris coincidimos con otro grupo de personas y fue donde me presentó a Antony , a José Miguel, a Jaz (que curiosa historia, me vengo encontrando a una ex caborquense en mero centro de Cuernavaca) y entre otros a Cesar Guerra director el Festival Diversidad Somos, que se sentó a mi lado e inició conversación conmigo con la mayor naturalidad.

Yo con un trago de mezcal servido en un plato de barro tamaño pozole mediano, tratando de parecer “cool” (pues en realidad estaba conflictuada con la presentación, y apenada con el interlocutor ante lo que me pareció un desfiguro estar tomando como infante de kinder sorbiendo sopas), con mi poción tomándola por los asideros (orejitas) evitando mancharme la blusa con el chamoy de toda la orilla (que si les interesa saber, no lo logré), platiqué con Cesar, pero no me sentí relajada hasta que Christian, supongo en un acto de empatía psíquica, me trajo una cerveza y dejé de sufrir.

Una persona apasionada, entusiasmada, entregada y puedo seguir con los “adas” pero ya se leería mal o redundante. Sí, Christian también, pero en este caso estoy hablando de Cesar, quien antes de que su celular se quedara sin pilame agregó al Facebook y  quedó de verse conmigo un domingo, para una entrevista breve, pues ya tenía la idea de que quería escribir sobre esto.

Cesar se fue, llevándose a un somnoliento Antony (él se encargaba como buen anfitrión, de sus invitados) yo me quedé rato más, retomando mi trago en plato pozolero, que por muy indigno que se viera, la verdad estaba preparado con mucho amor y ganas de que me gustara. Y me quedé esperando que pasara la lluvia (que eso fue, como a las tres de la mañana)

El domingo nos vimos en una cafetería, de ahí mismo en el centro.

—El festival oficialmente comenzó el primero de agosto, y va a durar hasta el 28, pero en realidad iniciamos actividades antes, el 26 de junio con lo del taller de realización de cine documental— entró en materia, muy formal, después de haberse disculpado por el retraso. Muy normal, pues si habíamos cruzado palabra durante una hora aquella noche, la luz de día nos revelaba con aún extraños. Lo notaba con los últimos remanentes de lo apurado, y con los inicios de las prisas. Igual fue mi culpa cuando le dije que tenía hasta la una y media.

—Tenía duda con eso, cuando dijeron lo de Jero en la inauguración—comenté— ¿Eso fue parte de los preparativos?

—Los preparativos, empezaron ya desde un buen rato atrás. Este taller fue parte de las actividades programadas. Del 26 de junio al primero de julio, y a partir del tres de julio fue que, los asistentes al taller, se organizaron en equipos para entrar al de producción de cortos, donde se produjeron seis cortos, que son los que hemos estado pasando uno cada día durante el ciclo de cine “Corto corto, largo largo”— Sonrió, enderezó la espalda e hizo el ademán de saludar como beauty queen.

—Me encantó el nombre, se me hizo genial por el doble significado— confesé, aunque inmediatamente después supuse no era necesaria la explicación del porque me pareció genial.

—Bueno, si pasamos dos cortos, pero no dos largos, si no, sería eterno, y en vez de palomitas tendríamos que pensar en ofrecer comida… Y entonces… ¡uff!— soltó tres carcajadas, solo tres. Le dio un sorbo a su té y se aserió— Justo teníamos un mes para la inauguración, para la que ya teníamos los seis documentales en la mano, que se realizaron con el apoyo de la Cámara de Radio y Televisión, porque evidentemente la realización es costosísima. Pensando nada más en la renta de equipo (dejemos de fuera todo lo demás), entonces nos apoyaron con eso justamente: equipo, y con el staff para manejarlo. Como vez, se hizo todo en tiempos muy breves— hizo una pausa y yo bebí mi café, paciente.

Quería que continuara, pues parecía tener mucho que decir. Y no me equivoqué.

—Pero ahí está el resultado del taller de cine, que, de alguna manera, es el objetivo del festival: que sea participativo, que involucre a las personas, pues desde hace algunos años hemos querido romper con esto de que al principio era más un asunto contemplativo. En vez de que la gente, llegue, se siente y vea, mejor trabajamos en procesos de construcción. Por eso estamos apostando a los talleres, por eso cada vez tenemos más, y de todo: Taller de cine, taller de masculinidades, taller de identidad, de danza, de máscaras, de fotografía, concursos…

Una niña cruzó corriendo, gritando divertida junto a nuestra mesa, y nos saludó. Me pareció simpático, pero ya después de la cuarta, quinta vuelta me empecé a fastidiar. Viré para ver si andaban los padres por ahí, que salieron al encuentro para sorpresa de la pequeña que explotó en risas. Un momento dominical paternal hermoso mientras hablaba César. Sí, todo eso sale en la grabación, menos la voz de Cesar, opacada por la alegría de la pequeña y los sonidos guturales del papá mientras le hacía cosquillas.

Sudé. Me dio pena pedirle que retomara la idea. A nadie le gusta que le cachen de amateur. Sonreí y fingí que entendía por completo lo que había pasado.  Después me di cuenta que siendo más avispado qué bonito, había dejado de hablar del tema y, le había tomado sin prisas a su té, le dio un vistazo a su celular, y cuando me notó volver, continuó con la misma fluidez con la que lo había dejado.

—Entonces, que la gente venga y sí, que admire el trabajo de artistas, que haya una asistencia para la gente que está trabajando en la academia con esos temas, pero sobre todo, que generen acción. Queremos que cada quien, desde su persona se involucre de una forma más rica. Que lo sienta… que lo vibre— se ríe— y que pague una parte con el sufrimiento que van a tener en los talleres, como el de nosotros, que sufrimos al organizar todo — bromeó.

—¿Cuánto tiempo llevan haciendo el Festival? ¿Cómo ha sido su evolución?

—Iniciamos las actividades en el 2011, pero iniciamos en un lugar muy pequeñito que se llamaba “Barecito”.

—¿Aquí en Morelos? — No sé porqué tenía la impresión que podía ser de la Ciudad de México o incluso tapatío.

— Sí, por esta área del centro; aquí a dos cuadras. Imagínate de qué tamaño ha de haber estado si se llamaba “barecito” …  Y fue nada más una semana cultural, que se llamaba “Tod@s somos la diversidad”, (manejábamos el @).  Después en el 2013, se llamó “Diversidad somos tod@s”, en el 2014 seguimos con ese nombre. En el 2015 me di cuenta que era muy complicado que nos encontraran en redes, entonces pensando que decirle a la gente « Búscanos: diversidad somos todos y todas con arroba», pues aparte de complicado, era redundante, y se convirtió en “Diversidad somos”, y en festival se convierte el año pasado, en el 2016. Cada año ha sido muy variable la verdad, no hemos seguido con un solo modelo. Ha sido un proceso instintivo.

Supongo vio mi cara de duda, porque se sonrió y procedió a explicarme.

—Creo que los proyectos culturales son orgánicos, no los puedes forzar… bueno sí un rato tal vez los puedas llevar — reflexionó— pero entonces se vuelven desgastantes o rígidos. Los proyectos culturales tienen su propio ritmo, su propio proceso, su forma. Lo que en un principio funcionaba, para el siguiente ya no tanto, o surgen nuevas ideas. Entonces lo que queremos hacer es que tome su rumbo y a veces nos ha sorprendido… Claro, con un guion, con una pauta, se toman decisiones y responsabilidades, por ejemplo (y sobre todo) en el asunto de los patrocinadores y las empresas con las queremos asociarnos que es un tema delicado, pues tenemos que fijarnos muy bien y ser muy cuidadosos con quien nos estamos involucrando y a quien estamos representando.

»Entonces, ha ido cambiando. Ha sido muy enriquecedor, porque permite que crezca exponencialmente, como el año pasado, que nos rebasó por completo. Nos agarró en curva y resultó en un proceso interno muy complejo, muy desgastante, muy estresante, pero para este año ya nos preparamos con anticipación, y… Sigue siendo un proceso estresante, caótico y desgastante— recalcó con picardía— pero por lo menos con más claridad y contundencia.

»Como festival es nuestro segundo año. El ciclo de cine (el año pasado se llamó Amor es amor), también es nuestro segundo año. La inauguración fue hermosa, la cantidad de gente que asistió fue brutal, apenas nos podíamos mover. Y durante el resto, hemos tenido muy buena afluencia. Lo mínimo han sido como cien personas por función, por hablar del ciclo de cine, (que la sala es enorme y luego ni se notan), cuando antes teníamos trescientas personas ¡por semana! ¡Es un salto cuántico! Porque ahora contamos con películas de festivales, de organizaciones y de producción nuestra, y el año pasado eran películas, comerciales o de arte con las que la comunidad (LGBTTTIQ) se ha identificado a lo largo de los años.

—Qué bueno que me dices, porque recuerdo haber escuchado 11 y tenía incluso en mis notas que el festival llevaba once años… Aún así, el bebé ha crecido bastante.

Resuena una carcajada sincera. Lo bueno que estábamos en la terraza, donde no hace mucho eco.

— Sí, desde el 2011. Incluso en el 2012 no se hizo nada. Vieron que era muy pesado y nadie se quiso echar ese trompo a la uña, como se dice coloquialmente. Y en el 2013 yo lo retomé y dije que había que darle tratamiento de proyecto cultural. Durante varios años hemos involucrado a la comunidad artística, cultural, académica del Estado o más (si se dejan), y tratamos de descentralizar; hace dos años, estuvimos en Jiutepec. El año pasado estuvimos en Jiutepec y Cuautla, ahora en Jiutepec, Tepoztlán y Cuautla. Vamos creciendo y el chiste es que la gente también se involucre con personas de otros lados. Que conozcan, que hagan, perdón, que hagamos redes.

»La cuestión más que nada, es esa: como generamos redes. Cómo hacemos que las cosas pasen, Incluso esa es nuestra frase, nuestro leitmotiv: Haz que suceda ¿No sé si lo has visto?

—Como hashtag en algunas publicaciones desde que te sigo en Facebook— le dije y Cesar asintió satisfecho.

—Se lo decimos a todos: a artistas, a instituciones públicas, a la iniciativa privada, a los asistentes, a empresas, a la gente,  porque creo que muchas veces no hacemos los procesos porque “es que no me bajaron los fondos a tiempo”, “es que no aceptaron mi proyecto”, “es que no conozco a nadie”,  “es que es muy difícil, es mucho trabajo”… Y es algo que creo refleja, sí por un lado la realidad, por supuesto. Sí se necesitan muchos más fondos, sí se necesita dirigir recursos a proyectos culturales, y no solo a este o parecido a este, hay muchísimos proyectos muy valiosos en el estado (y seguramente en cada uno de los estados del resto de la república), sí necesitamos que haya empresas más conscientes socialmente, más involucradas con la sociedad, sí necesitamos asociaciones civiles más serias, que hagan un trabajo más contundente, que se involucren de una forma más proactiva, pero sí, también necesitamos que las cosas pasen. Punto. Si no nos podemos quedar en la espera, cruzados de brazos sin hacer nada. Hacer que las cosas sucedan es una forma de protesta también, una forma de preguntar ¿dónde están los espacios? ¿Dónde están los apoyos, las personas?

» Por ejemplo el año pasado, con el colectivo Mugres (mujeres grabando resistencia) que dijeron que no querían estar vinculadas a ninguna institución.  De este colectivo, salieron todos los grabados del movimiento a nivel América Latina, Vivas Nos Queremos. Entonces a la colectiva Mugres yo la conocí en México (a la banda de México, evidentemente, porque hay muchos grupos de mujeres haciendo grabados en muchas partes de América Latina), y les comenté que me encantaría exponer los grabados que tienen, y tan importantes para el movimiento Vivas Nos Queremos, en el festival. Me dijeron sí, pero no podemos estar asociadas con ningún logotipo, ninguna institución, ninguna dependencia. Lo dejaron muy claro. Entonces lo que hicimos fue separar, fue generar un evento de diversidad, aparte. No estuvieron en el programa donde ponemos todos los logotipos institucionales, no estuvieron en la rueda de prensa, ni en la inauguración, no se les mencionó.  Cuando le dimos difusión fuimos muy cuidadosos de no poner nada. Era un evento aparte, pero bueno, ahí estaban… No fue una limitación para hacer una vinculación. Un tema importantísimo de diversidad, importantísimo de derechos humanos, que bueno, es la base de todo esto.  Se pudo… Lo hicimos pasar.

—Esto de los festivales y los apoyos es un asunto de resistencia. Entonces se trata de seguir empujando—

—Exacto. La pregunta no es porqué no lo puedes hacer, es que sí puedes hacer, que otras opciones hay. En un Festival, en la gestoría o proyecto cultural (o bueno, yo diría que en nada en la vida) no puedes decir “bueno, no se pudo, con permiso, adiós” — hace un leve ademán de berrinche—Este año tenemos una gran cartelera, más de 24 eventos programados en el mes que tienen que ver con cine, música, literatura, danza, manualidades, fotografía, presentaciones editoriales, en recintos públicos y privados. Es un festival de diversidad cultural y sexual que no se está llevando a cabo en espacios del colectivo (LGBTTTIQ), al contrario, queremos que esté al alcance de todos. ¡Nos internacionalizamos! Tenemos artistas invitados y productos culturales de diferentes países.

Queremos tejer redes con otros muchos festivales, que esto se vaya expandiendo, y que se genere un intercambio. Que no sea esta una lucha aislada, y que tampoco tenga actividades cada año, si no que otro objetivo que tenemos a corto plazo es que haya actividades a lo largo del año; que Diversidad Somos esté presente en diferentes actividades. Lo que ha pasado es que está un mes y luego desaparece, y luego al otro año también, un mes, luego desaparece y tenemos que trabajar en la continuidad, que nos falla eso, pero la verdad es que luego terminamos muertos ¡cansadísimos!

—¿Siempre has sido tú el director?— pregunté aprovechando que una taza ya había roto la pausa silente, cayéndose en la cocina (y posiblemente rompiéndose, pero no quiero especular).

—Sí, yo siempre…— me regala una cara de madre abnegada, espero en broma pues no pude ocultar mi sonrisa—  Como te decía, el 2011 lo abrí en un espacio en común que tenía con una amiga, el Barecito, en el 2012 no convoqué a nadie, nadie convocó nada, por ende nadie hizo nada y fue así como que la revelación. Ya desde el 2013 que lo retomé lo hice con la idea de que fuera un proyecto cultural, no lo he soltado. Pero luego que nadie quiere como comprometerse, le entran sí, luego quien sabe, las organizaciones se involucran, luego incluso por escrito se retractan… Y yo siempre he querido que esto ya goce de una seriedad porque, parte del asunto orgánico que te decía, es que llegue un momento en que las nuevas generaciones tomen las riendas.

—Pero recibes también apoyo de instituciones o dependencias de gobierno. Sé es luego este un tema delicado.

—Claro ¡pero por supuesto! Por supuesto que es delicado (para algunos), y por supuesto que recibimos apoyo. Y no me da pena decirlo ni nada.  Sin embargo nadie nos marca línea de lo que vamos a decir o tenemos que hacer y es una de las grandes fortalezas que tiene el festival. El día de hoy puedo declararme públicamente en contra de alguna acción o pronunciamiento y después al día de mañana sentarme a discutir un proyecto. Hay que desligar, porque no se vale que yo tome una distancia, y castigue un proyecto como el de Diversidad Somos , por una postura personal. Yo tengo mis propias creencias, mi idiosincrasia, mis ideas de gobierno, pero los proyectos tienen otra vida, ellos se mueven aparte e involucra a muchas personas, no nada más a mi… Tenemos una libertad de decir, de creer, de hacer, evidentemente con una responsabilidad. Esta libertad no tiene que ser auto flagelante, ni auto excluyente ni condicionada. Ahora, agradezco el acercamiento que hemos tenido y la cordialidad, sí, pero por otro lado, considero que es el mínimo indispensable que deben hacer. O sea, no estamos recibiendo un regalo, o nos están haciendo un favor ¿no? Están cumpliendo con un mínimo de responsabilidad que tienen que cubrir por manejar nuestros recursos, por manejar la administración y por ocupar un puesto que tiene que ver con algo, llámale diversidad cultura, economía, agricultura, obras públicas, jardines, la que sea. Toda esa maquinaria se mueve gracias a nuestro propio dinero, nuestro trabajo.

—Ya para cerrar ¿Cuál sería la raíz personal de este festival?

—La raíz es sensibilizar una serie de acciones que violentan nuestros derechos humanos. Evidentemente es una raíz personal, también, porque yo lo he vivido en carne propia y con el colectivo. Cuando nos damos cuenta de todo lo que ocurre y lo que ocurría.  Por ejemplo, cuando les comento a los chicos y a las chicas cuando les vamos a dar una charla sobre el festival; ¿si ustedes supieran que yo tenía que entrar corriendo a un antro gay para que nadie me viera entrar? Estamos hablando de un nivel de vergüenza brutal. Y no solo de eso, sino de miedo también. Y el día de hoy, ver que hay chicos, chicas, ¡personas! que salen a donde sea; un bar, un restaurante, un café, un antro cualquiera no nada más a un antro gay, que van por la calle, que van al cine, que andan tomados de la mano con sus parejas, que se puedan dar un beso y ¡que no es tan fácil ni tan obvio, que el día de hoy alguien salte sobre de ellos y les rompa la cara o los huesos a palos o a patadas!… Creo que es un gran, gran avance que se ha ido generando en el activismo. Porque evidentemente, Diversidad Somos no viene a descubrir el hilo negro de nada; viene a generar y a continuar acciones de gente que lo ha hecho durante décadas.

Es eso, sensibilizar que seguimos siendo una sociedad misógina, homófoba, excluyente, discriminadora. Estoy seguro que casi toda la gente en este país (si no es que toda), excluimos, discriminamos, y somos, a su vez, excluidos y discriminados.

»Si no cambiamos este chip, no vamos a tener avances y me parece que justo, el trabajo que se hace en el colectivo LGBTTIQ, es minimizar esta exclusión y esta discriminación, por lo menos una parte. El hecho de que dos personas no se puedan casar, porque no son un hombre y una mujer, reconocidos a través de sus genitales y jurídicamente, me parece monstruoso y un reflejo de lo que es el medievo (que déjame decirte que el matrimonio igualitario aquí en el Estado, apenas se logró el año pasado). Y ahí está la lucha. La lucha es por los derechos de todas las personas. Que no por el hecho de que seas indígena, o tengas una vestimenta tal o cual, se te excluya. O porque no tengas un doctorado y llegaste a sexto de primaria ¡o al revés! Que sí lo estudiaste, y que te tengas que hacer a un lado.

Ir generando acciones para que nos demos cuenta de que vivimos aún en un país que violenta los derechos humanos, que agrede, que se burla, que mata a siete mujeres al día; mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres.

»Si seguimos viendo manifestaciones promovidas por jerarcas de iglesias, que salgan a las calles a manifestarse en contra de otras personas (en específico del colectivo) por que salgan a defender su “familia natural”, negándonos de derechos civiles; si siguen fomentando la exclusión, la discriminación, el discurso de odio, seguiremos con acciones. Y si no es Diversidad Somos, vendrá alguien más, como nos antecedieron tantos, porque no nos podemos quedar callados ante esta marginación, esta violación a nuestros derechos humanos y recalco el humanos porque humanos somos todos y todas, no es privilegio de solo unos cuantos que cumplan con ciertos requisitos. Somos todos, y todos somos diversos. Ninguno es igual.

Ahí está el origen… y la continuación, por supuesto

Dicho esto aparecieron saludando por las escaleras mi mamá y mi hermana recién saliditas de misa en catedral. Como disfruto de las ironías de la vida.

—Ya, perdón, por último, decías algo de que las generaciones futuras tomen las riendas… Me llamó eso la atención

—Sí,  a un futuro de mediano plazo, lo que quiero es que sean las personas jóvenes quienes tomen este festival y se lo apropien. Porque a fin de cuentas, sí ha sido una estructura que yo he propuesto, le he dado toda una visión y dirección enfocada hacia un objetivo en específico, pero también hay que entender las brechas generacionales son determinantes, que a veces la forma de establecer los diálogos cambian, y que una persona que, le está tirando a los cincuenta años, como es mi caso, pues de ninguna manera puede establecer el mismo tipo de vínculo o diálogo con gente muy joven. La gente joven, por ejemplo, no va a entender que mi lucha era para no entrar corriendo a un antro, para no ser visto, ¡les va a parecer de risa!. Van a decir «¡No manches! Yo desde que nací, la gente entra a los antros sin broncas» ¡Claro, tienes dieciocho, diecinueve años! Pero lo que tengan que vivir esas juventudes, tiene otra dimensión y otras necesidades, que  son igual de importantes. Mi idea es que para cuando estos jóvenes de ahora, tengan que contar sus anécdotas, a los jóvenes de entonces también les genere risa.

Entonces lo ideal sería eliminar estas brechas para que el diálogo y el discurso se mantengan actuales.

Se los he dicho a los del Festival «aprópiense, éntrenle sin miedo».

Terminamos. Compartimos todavía algunas cosas, como por ejemplo quien pagaría la cuenta, si nos daban los tiempos para vernos de nuevo, cuando llegarían los nuevos artistas, si yo me regresaba en el mero día de la gran inauguración fotográfica,  si me daba una vuelta por el Mercadito de Comonfort antes de partir, y simplezas por el estilo.

Cesar tiene una habilidad hermosa y despreocupada de brincar de lo serio a la broma y de la broma al resumen, (que aprecio muchísimo, porque distraída como soy, luego me pierdo).

Ya solo quedó tomar la foto, y nos despedimos como grandes amigos. Solo un capuccino y un té, porque Cesar no bebe y no quería ser yo la del mal ejemplo a las doce del día.

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