Halloween or Day of the Dead?

Día de muertos o Halloween? Por MoKa Hammeken Al parecer conforme se acercan las fechas hay un pequeño conflicto en el aire: Festejar día de muertos o Halloween. Obvio es que hay gente que desea rescatar las tradiciones mexicanas, como un refuerzo de identidad, sin embargo no podemos dejar de lado la aculturización y la […]

Día de muertos o Halloween?

Por MoKa Hammeken

Al parecer conforme se acercan las fechas hay un pequeño conflicto en el aire: Festejar día de muertos o Halloween.

Obvio es que hay gente que desea rescatar las tradiciones mexicanas, como un refuerzo de identidad, sin embargo no podemos dejar de lado la aculturización y la fuerte influencia que nos llega, sobre todo de nuestro vecino país del norte y esta fuerte oleada no nada mas azota en la frontera, si no que llega un poco más allá del centro de nuestro país.

Sin embargo las personas que realmente creen en todo lo que significa y simboliza el día de muertos, no se cuestionan al respecto y simplemente lo hacen como me ha tocado presenciar en una localidad en Morelos que se llama Ocotepec.

Cada año las calles de esa localidad se llenan de personas caminando entrando y saliendo de diferentes casas. Solo las familias en las que falleció un pariente en el último año abren sus puertas al público y arreglan su casa con un altar, velas, caminos de flores y decoraciones festivas varias, se les invitan algo de comer y de beber a los transeúntes que pasan, (esto varía dependiendo de las familias); El rango abarca desde casas que solo ofrecen un pan y refresco hasta otras donde se puede disfrutar de todo un festín con diferentes platillos de comida mexicana, acompañados de banda o mariachi y ponche con “piquete”, como en una fiesta de bienvenida. Andando en la calle te enteras por los comentarios cual es “la mejor casa” para visitar, ya sea por la decoración o por lo que ofrecen.

Esto, por que según la tradición, este es un día en el que se les permite a las almas de los muertos volver a sus casas para convivir unos días (por eso el altar), entonces a los muertos recientes se les hace gran algarabía y fiesta para que sepan cual es el camino a casa y entre más grande es esta más fácil es para ellos encontrarla y llegar pronto a casa. La cortesía de esta costumbre dicta que cualquiera puede pasar a la casa siempre y cuando se lleve un regalo para el altar, que casi siempre son velas y que muestre el suficiente respeto de no ir disfrazado, pues no es “halloween”

En los años siguientes esa misma casa (a menos que haya otro deceso en el año) arreglará un altar y hará su comida familiar, pero ya será más íntimo y no se abrirán las puertas para que todos pasen, pues el difunto ya sabe su camino a casa.

Es un sentimiento extraño, pues me paseaba por las calles entre la congoja y el pesar de los familiares por el recuerdo de la pérdida, también esta el gozo y la alegría.

En el camino te encontrabas casas decoradas con elementos típicos de Halloween como son la calabaza los fantasmitas y los dulces (en una casa en la entrada había una canasta con “candy corn”). Por suerte ese día me tocó visitar una casa, muy humilde, pero hermosamente decorada. El que había muerto era miembro de una banda de viento, trompetista. Era un terreno donde había varias casas, y el camino a la casa en cuestión estaba guiado por notas musicales iluminadas con una pequeña veladora. Esa era una de las “mejores casas”; la comida era muy buena y abundante, había ponche, atole y si le caías bien a los de la casa te servían tu vasito con mezcal. Todo estaba adornado y la banda tocaba, y cuando estos se iban, venía otra, y otra… En total tenían como cinco bandas programadas y dos mariachis según me comentó un señor mientras me servía un vaso de ponche con “piquete”, Ustedes me cayeron bien (mis hermanas y yo, no sé por que, honestamente) y quiero que festejen con nosotros, esta es su casa. Hoy es la primera vez que viene mi hermano y yo estoy muy contento por que, aunque yo no lo pueda ver se que está aquí y que se la está pasando bien. Le pusimos de todo para que supiera que esta es su casa y que llegara rápido, por que mi cuñada lo espera. Va a ver que con todo esto los próximos años ni se pierde… Es que la verdad si es medio despistado”, entonces se despidió y salió corriendo a saludar alegremente a un hombre al que llamó compadre.

Sin embargo hay diferentes enfoques para este asunto. En otra casa, se respiraba un ambiente más solemne, no había música, no había baile, solo caras serias y pan de muerto con refresco a la salida. La señora me confesó, con respecto a estas tradiciones “si uno realmente cree en Dios y la iglesia (religión católica) estas cosas no valen nada. Uno recuerda a su familiar el día de su muerte y va al panteón. “Yo hice todo esto (de los altares y la comida), solo por que mi suegra y el pueblo hicieron mucha presión al respecto, por qué es tradición de aquí. Mi suegra conoce a todo mundo desde hace muchísimos años. ¿Usted cree que yo quiero que vengan extraños a pasearse por mi casa como si fuera espectáculo, a que me regalen velas y a tener que convivir con las imágenes de mi esposo y de mi hijo en la sala? Esto se hace en las escuelas y con personajes históricos, para los concursos… Yo no quería estar aquí, pero ellos insistieron. Esto realmente muy doloroso, preferiría que en estas fechas vinieran niños disfrazados a pedirme dulces en la puerta.”

Nadie lo supo. Todos pasaban veían la sencilla ofrenda con desdén (en otras casas eran más espectaculares) solo veían a la señora sentada en una esquina, al lado de los altares en una silla de cocina, con sus ojos tristes y acuosos que secaba discretamente con una servilleta de papel. Su trabajo era estar ahí, de anfitriona, recibiendo a la gente y sus “regalos”, para invitarlos después a que tomaran un pan y refresco.

Por otro lado, se organizó una fiesta de “Halloween” con unos amigos, con disfraces, comida, bebidas y botana, música y karaoke. Todo el exterior adornado con flores de cempazuchitl, papel picado, cañas , montoncitos de inciensos y en una esquina, una hermosa ofrenda de muertos. Ya el interior de la casa estaba decorado con todo lo halloweenezco que se pudiera; fantasmas, arañas, calaveras, murciélagos, brujas calderos y un largo etcétera.

“Es la mejor fecha del año” me comenta mi amiga que ofrece la fiesta “Es una fiesta que puedes ser quien quieras, decorar como te de la gana, disfrazarte, pasártela bien con amigos y familiares, no hay obligaciones; si asistes es por que quieres y deseas convivir con nosotros. Tampoco está la penitencia de tener que regalarle algo a alguien y sufrir por si no le gusta o lo que sea; los dulces les gustan a todos. Además, ¡hay puente! No hay la tensión de ir al día siguiente a trabajar…Son como vacaciones juveniles… Nos sentimos como niños en estas fechas. La ofrenda está ahí por que en algún momento me gustaría pensar que los familiares que ya no están con nosotros vienen y nos visitan, aunque no crea en eso ¿no me digas que en algún momento eso no sería bonito?”

Todos estos puntos de vista son diferentes, pero tienen que ver con cómo vemos a la muerte. Las costumbres se cuelan y adquieren otro significado. Éstas están dispuestas a negociar inocentemente su significado en cuanto a las creencias; y la verdad es que aunque una tenga un trasfondo tenebroso y pretende evocar el miedo, y el otro sea alegría y la conciencia de que la muerte ronda entre los mortales; ambos se basan en lo mismo; en la convivencia con lo desconocido, en la aceptación de un mundo oculto lleno de misterios, que aún nos sorprende y no alcanzamos a entender.

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