Sobre Iniciación al Vicio Literario. El Club-Ller de Moka

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de […]

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial.

Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de uno con el otro, la forma de emigrar el texto de Japón a América Latina, etcétera (round 1, el round 2 va a ser cuando todos hayan leído los dos).

Tuve la idea de comprar un libro para rifar entre los presentes, el próximo que leeríamos (El Mal de la Taiga, de Cristina Rivera Garza), para que prendiera el asunto. Hablé con mi amiga Andrea que estaba en Hermosillo y se lo encargué. Entonces a ella le pareció buena la idea y compró otro libro (Leonora de Elena Poniatowska) también para rifar, ya fuera en esta ocasión o en la que sigue.

Había anunciado que tenía sorpresas para los que asistieran y las sorpresas me las llevé yo (no literalmente, no soy tan “así”). Un nuevo chico se unió, Daniel y leyó el que le tocó. Casi todos leyeron (Tomás, uno de los asistentes incluso leyó los dos y miraba a todos con picardía) e hicieron apuntes de lo que les interesaba como Beatriz. La señora Ada, se había tomado el tiempo de buscar en el diccionario las palabras que no sabía o no estaba segura de su significado y las traía anotadas. Nina e Hiram traían señalados sus puntos claves; Sami había terminado de un jalón, Wendy y Bianca con toda la pila, Manny echándole ganas… Y Andrea… bueno, ella ¡llegó! Arrastrando tacones, pero llegó. Venía media dormida (con dos Dramamines encima).

La discusión estuvo interesante. Entre todos íbamos descubriendo las referencias en los libros. Y entonces llegó la hora de dar los libros.

Y bajo la tradicional forma de “suertes”, de poner los nombres en la gorra, los suertudos fueron, gracias a la “mano santa” de Plinio y Ariel: Nina, el libro de Leonora (que recuerdo que alguna vez dijo que ella lo quería), y Manny, el de El Mal de la Taiga.

Esto con la promesa de que cuando volviéramos a rifar libros en un futuro, ellos ya no podrían participar.

En el calor del momento, de los regalos, Nina levantó la voz y expresó que también quería dar algo: Por medio del Cine Club Primera Toma, quería regalar dos becas completas para el curso de Imanol Caneyada (con valor de 800 pesos cada una). Las ganadoras fueron Wendy Fregoso y Beatriz Salido.

Wow. No pude sino quedar muy agradecida, de que los asistentes tuvieran esa opción, y de todo el apoyo que estaba recibiendo, de todos. Pues, al final, cuando fue momento de fijar la fecha para la siguiente sesión (el 29 de abril, como tenía planeado), se quedaron inconformes, no querían esperarse dos semanas y la reunión quedó para el miércoles de la próxima semana, el 22.

El libro que les falte, lo leerían en un dos por tres, me dijeron. Lo querían tener fresco para la discusión y ya querían ir viendo el otro.

Los vi entusiasmados, interesados por la lectura.

¿Los habría en serio ya enviciado? No sé cómo explicarlo, pero eso me emocionó.

Por si aún gustan unirse, nos reuniremos el 22 de abril, en la cafetería Limani.

 

¿Por qué Club-ller? se preguntaran. Bien,  pues la culpable de la denominación fue Carolina, cuando trataba de explicar que si bien no era tan un club, pero tampoco un taller; y ella fue a que dijo: Un club-ller. Bienvenidos al Club-ller de Moka.