Quieran o no, eso del “Fin del mundo”es un tema demasiado adhoc al momento, al grado que hasta me dan escalofríos de los buenos. Esa frase se cuela como el moho en casa en época de lluvias, en cada conversación.
Muchas películas han augurado, analizado, imaginado y planteado, como este tremendo evento tan anunciado desde tiempos inmemoriales puede o debe ocurrir. Bueno, con decirles que hasta los libros de la primaria (con aquello del Sol convirtiéndose en un Gigante Rojo).
Sin embargo, pocos son de humor ingenioso e irreverente como Good Omens (Buenos presagios, en español). En la historia situaciones aparentemente absurdas, suceden con una naturalidad y ligereza, que te sorprendes a ti mismo considerando su viabilidad. Es inteligente y sin pretensiones, solo es una charla con alguien que se atreve a explorar los límites de lo socialmente acordado.
Esta novela fue escrita en 1990 por Terry Pratchett y Neil Gaiman, (sí ese famoso escritor que llevó la serie a Prime Video). Es una comedia de tono irónico que trata el tema de la encarnación del anticristo en la tierra, el Apocalipsis inminente y la eterna discusión sobre el equilibrio entre el bien y el mal. Además de la alianza de un ángel y un demonio (amigos) para encontrar una manera de salvar el mundo con el que están tan encariñados a medida que se acerca el final de los tiempos.
Con estas últimas palabras, de seguro a varios les de comezón en los huesos y brincaron involuntariamente en sus lugares, pero dense el lujo de leerlo y luego verlo. La suerte y las posibilidades se unen con gracia. Lo inefable tiene un papel protagónico en todo esto.
Por otro lado, en la historia, las anotaciones del libro de “The Nice and Accurate Prophecies of Agnes Nutter, Witch” (Las buenas y acertadas profecías de Agnes la Chalada), guían de manera acertada a su distraída tataranieta Anatema hasta el gran evento, teniendo todos, una ayuda extra de Agnes.
Convierte esta historia en una escaramuza de urgencias y voluntades tan exquisita que está para chuparse los dedos (pero les recomiendo que no lo hagan).
Tanto el libro como la serie son geniales. Que Neil Gaiman la hiciera guión es un acierto magnífico, pues no se desvía de la intención, parece que lo estuvieras leyendo, o si lo lees, parece como si lo estuvieras viendo. Pero sí tuvo sus detalles, sobre todo uno muy importante, que no voy a “espoilearles”. No cambia nada la historia y, sin embargo, hace un click tremendo. Y para eso se necesita gracia y talento. Sin dejar de lado las deliciosas interpretaciones de Azirafel y Crowley por Michael Sheen y David Tennant.
Den por sentado que Agnes sabía que muchos de nosotros íbamos a estar atentos a sus palabras.
¿Pasar el Fin del Mundo viendo o leyendo sobre El Fin del Mundo?
Es parte del inefable Gran Plan.