No tener hijos es egoísta

¿Para que traer hijos al mundo si ya se va a acabar, si no cabemos? Va a haber escases de agua, pronto el apocalipsis zombie. Tengo un ahorrito, quiero viajar y conocer, ya que la vida que se ofrece en comparación es pequeña, sin gratificaciones y asfixiante. Entre otras tantas muy válidas razones.

 El Papa se expresa sobre quienes prefieren perrhijos y gathijos, a niños de verdad. Les llama egoístas (inserte aquí caras de perrhijos asombrados).

Vaya tema para poner el dedo encima y ¡vaya tiempos para poner el dedo encima de ese tema! Pero, sobre todo, vaya figura pública que pone el dedo encima sobre el tema. No es precisamente la Iglesia Católica quien brille por su sana relación con los niños. Yo he aprendido, y he hecho aprender a varios, a no meterme en eso desde hace unos años, ya, (tanto en el asunto de tener hijos como el de las relaciones anteriormente enunciadas), pero bueno, a quien le hagan cosquillas, que se ría.

Honestamente no vi todo el clip y solo estoy opinando sobre lo que leí en noticias y twits, áreas en las que la religión y el sumo pontífice no son precisamente populares, por mucho que le echen ganitas (que he de admitir que ha tenido sus aciertos). También estamos de acuerdo que ya las noticias nada mas agarran aquello que les brinque y genere vistas; extraen, editan y lo pintan de color alarma. Nada más no ponen “Y no se imaginan lo que pasó después…” por considerarlo poco serio (hay que saber hacer la distinción de cuando es chisme tvnotas y noticia seria, sí señor).

Entonces, aclarado el punto, permítanme decirles que no me sorprende. La verdad que no. Y a ustedes tampoco debería de hacerlo. Desde que soy pequeña y he estado en contacto con la religión, recuerdo que tienen una aversión casi patológica a todo lo que tenga que ver con contraconceptivos. A veces tienen un  discurso que pareciera como si bajaran la guardia y hubiera espacio a negociación, pero no, básicamente su credo (después del matrimonio, por supuesto) se reduce a “creced y multiplicaos”, haciendo que sus feligreses esgriman el estandarte de “los hijos que dios nos dé”. No se imaginan esa frase cuantos quebraderos de cabeza les dan a los sistemas de salud, los legales y a los de protección al menor.

Habrá uno que otra autoridad eclesiástica que considere hacerse de la vista gorda con algunos métodos, pero la idea ahí esta, como agua goteando en el lavadero con fuga.

Ahora bien, entiendo su punto de vista, entiendo que es una piedra angular de la doctrina católica (o bien de la rama judeocristiana) , pero… obviamente hay peros.

En los tiempos hermosos del auge de la iglesia Católica (como ente conquistador, legislador y reformador) la gente tenía varios hijos porque en realidad no sabían cual les iba a sobrevivir. Era un riesgo que la madre tenía que correr, porque también quien sabe la madre cuantos partos les durara. Con tantas enfermedades como la viruela, la peste, el sarampión, la polio, el cólera pululando, y las medidas sanitarias y de higiene tan pobres (en todos los estratos sociales), ni hablemos de accidentes y los “avances médicos de la època”, está claro que la sobrevivencia de la progenie era un asunto de ruleta rusa y designios religiosos. Obviamente quien superara todo eso era porque estaba destinado a algo grande. Una idea muy bonita que supongo mantenía a la gente optimista.

Entonces, a grosso modo, los que sobrevivían, estaban bajo las órdenes de su señor el rey (que a su vez era avalado por el papa), y podía ser escudero, sirviente, soldado de infantería, guardia, portero, agricultor, cocinero, etcétera, según fuera el negocio familiar. En otras palabras, mano de obra y carne de cañón.

También en esos entonces y un poquito más alejados de las ciudades, tener muchos hijos significaba fuerza laboral en las granjas; Mas hijos, mas manos. En cuanto a las hijas, bueno, ese es tema aparte, porque, aunque a los padres se les ofrecía una dote (una especie de compensación), pasaban a formar parte de otra familia, donde se convertían en las productoras de hijos sanos y fuertes capaces de generar beneficio.  Obvio eran una bendición porque eran sinónimo de prosperidad.

También muchos de estos hijos, formaban parte del personal eclesiástico, convirtiéndose en monjes, escribas, misioneros, frailes, sacerdotes, (quisiera decirles que obispos, cardenales y papas, pero en realidad esos puestos estaban reservados para la élite). Con esto, obviamente la fe crecía. Las familias más devotas y/o pudientes ofrecían a alguno de sus retoños al servicio de nuestro señor, lo cual daba estatus (a diferencia de si alguna de las hijas se iba de monja).

No es por vicio ni fornicio, si no para poner un hijo a tu beneficio.

Dejemos a un lado los días antiguos y adentrémonos en el mundo actual. Un mundo donde el dinero no alcanza y los trabajos son esclavizantes, como consecuencia tenemos que ambos cónyuges trabajen.

Otra cosa importante, la edad reproductiva. Antes las niñas pasaban a ser mujeres después de su primera menstruación y se les casaba (siendo reservada) entre los 12 y los 16 años. Ahora, (sin hablar de sociedades marginales o culturas retrógradas en cuanto a los derechos de la mujer) es de buen ver que terminen una carrera universitaria, estamos hablando de entre 24 y 26 años.

Ahora bien, pongámonos deprimentes. La economía es muy diferente a la de 1960 por ejemplo, siempre está en crisis, el crecimiento económico es un chiste y la inflación es rampante. La tendencia es vivir en un pequeño departamento porque es chic (y es para lo que alcanza). Las casas grandes con muchos hijos, son escasas gracias a que son caras, están alejadas de las ciudades donde esta el trabajo y a los hijos hay que educarlos, y la educación, por mucho que la anuncien como tal, no es gratuita. Aúnenle que las necesidades de nuestros tiempos se mueven al ritmo de la urgencia y obsolescencias programadas. Antes había cosas que se compraban una vez en la vida, ahora son gastos hormiga porque hay que comprar cada cierto tiempo. No alcanza para tener a todos con sus necesidades actuales cubiertas.

Obviamente en estos tiempos esta MUY MAL VISTO poner a trabajar a los hijos. Es muy lucrativo, sí (pregúntenle a las doñas que regentan limpiaparabrisas de las calles), pero no es ético ni legal. La labor infantil incluso está penado (si te cachan) y socialmente condenado, aun cuando todos sabemos que la democratización de los adelantos tecnológicos se debe gracias a pequeñas manitas trabajando de sol a sol sin “prestaciones”, ya sea en fábricas, minas o instalaciones deplorables.

Entonces, para quien imagino iba dirigido el mensaje del sumo pontífice; parejas jóvenes actuales, con trabajo, educación, conciencia social, y un poco de libertad financiera, no, no es legal ni bien visto poner a los hijos a trabajar para que alcance para los gastos del hogar.

La gentrificación tiene sus consecuencias laborales y de servicios.

Siguiendo con el tema, las cuidades están contaminadas, las calles son inseguras, los parques públicos no son lo que nuestros abuelos contaban que eran; se nos atormenta sobre la escasez de agua potable, la comida no para de subir en precio y los sueldos no igualan la inflación. No te puedes dar el lujo de tener a 3 o 5 chamacos en un departamento entre 12 a 16 horas, porque es seguro que ocurra una rebelión y el hogar termine en estado de guerra, y menos cuando ambos padres trabajan para poderles dar todo lo que necesitan a esos niños que curiosamente van a crecer faltos de, tal vez, muchas habilidades afectivas debido al abandono de sus padres.

Por otro lado, los costos de ser madre  son altísimos; tanto los de los hospitales, como los sociales y  laborales.

¿Recuerdan cuando en secundaria y prepa para desalentarte a tener relaciones sexuales te decían que tener un hijo no es como tener un perrito o un gatito? Exactamente. Un perro o un gato no tiene las necesidades fisiológicas ni afectivas que un cachorro de humano. Para empezar el perro al mes ya camina y no necesita biberón. A los dos años el perro y el gato son compañía, un bebé no, al contrario, es puro cardio y no entiende razones y muchas veces ni el idioma.

No crean, mucha gente sí desea ser madre o padre, y tiene la intención de hacerlo bien, sin embargo económicamente y psicológicamente hablando, un perro o un gato es un paliativo muy gratificante. Muchos ya sufren de trastornos por ansiedad y estrés prolongados, aunado con la idea incesante de ser fracasados, (por que créanme que a estas alturas el Santo Padre no es el único que ha hecho la observación). La perfección y las expectativas tienen su precio.

No dejemos de lado el discurso social tan arraigado en lo académico; tienes que realizarte como persona, cómo profesionista, como hombre, como mujer, como madre y todo por separado y con urgencia porque después de los 35 empiezan las complicaciones si eres primeriza. En otras palabras una vez que sales de la universidad, (que más te vale durante ese tiempo ya haber conseguido pareja y trabajo), echa todo por la borda y embarázate, después de tu permiso de maternidad, avienta al chamaco a ver con quién y regresa a reventarte en el trabajo. Vive tu vida a velocidades de vértigo porque pues, eres joven y hay que aprovechar la juventud.

Lo sé, podemos considerarlo una ridiculez, pero aún no es un discurso que nos sea ajeno. Es tanto y no sabemos cómo compaginar todo.

He estado con mujeres que lloran en silencio porque aman a sus bebes pero se sienten solas, desgastadas y que no caben en ningún lado. He visto hombres ninguneados e invisibilizados porque no les alcanza la vida para darles todo lo que quisieran a sus hijos. Parejas divididas por reconcores ocultos porque no pudieron estar el uno para el otro por cuestiones laborales.

Obviamente conozco gente que sale adelante y lo hace super bien, y gozan de mi absoluto respeto. No les cuestiono porque se que se las han visto negras de una u otra forma. Sin embargo, si el Papa Francisco expone el tema, quiere decir que cada vez son menos.

Ojo que, como exprese en párrafos anteriores, imagino que para quien iba dirigido el mensaje del sumo pontífice era a parejas jóvenes actuales, con trabajo, educación, conciencia social, y cierta libertad financiera, no es un mensaje para los pobres de países y zonas marginadas donde bien se podría decir que se vive a la usanza del Feudalismo (con desnutrición, enfermedades y todo), el número alarmante de niños huérfanos sobreviviendo en ruinas y las niñas violadas y embarazadas en zonas de guerra o para el creciente número de adolescentes sin educación sexual que buscan vivir la vida loca cobrando pensión alimenticia.

¿Podríamos incluso intuir un poco del racismo que hubo alguna vez en la élite germana, allá por 1930? Jajajaja, no me quiero meter en temas escabrosos, mejor dejémoslo así.

¿Para que traer hijos al mundo si ya se va a acabar, si no cabemos? Va a haber escases de agua, pronto el apocalipsis zombie. Tengo un ahorrito, quiero viajar y conocer, ya que la vida que se ofrece en comparación es pequeña, sin gratificaciones y asfixiante. Entre otras tantas muy válidas razones. No es una crítica, es la falta de querer entender a una juventud que se da cuenta que esta fragmentada entre los ritos del pasado y las incongruencias del presente y que esta dispuesta a luchar por un futuro que les pertenezca solo a ellos mismos. No es egoísmo, es emancipación

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