Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le […]

Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le hallé ni pies ni cabeza (me imaginé una escena de todos tomando café a un ritmo acelerado, tipo película de Mister Bean) pregunté: ¿Cómo? ¿Quieres ir a dar una vuelta en un carro de carreras?- reformuló Obvio es que esa también es una combinación de palabras poco común para un jueves a medio día. ¿Ahorita? ¿Arreglaste el carro y quieres ir a… dónde?- Ró. Bueno- corrigió- nos invitaron mañana los de Rocky Point Speedway a que manejáramos o que nos dieran una vuelta en un carro de carreras del desierto. Bueno hay algunas cosas que platicar con ellos, pero básicamente es eso. ¿Vamos? Bueno, yo si voy ¿quieres ir? ¿En serio? ¡Si! ¡Oh, wow! Genial ¿Cómo

a qué hora? – Obvio estaba apuntadísima. No sé si para manejar, pero en definitiva para un paseo. Pues, a la hora del coffee break como a las 12. Va. Listo. Con eso, la cita ya estaba hecha y al día siguiente dos chicas de RockyPoint360, que últimamente gozaban de las mieles del bronceado del sol, irían a probar algo un poco más fuerte que el café para hacer resonar los nervios. Nos subimos a la camioneta de Sami, la verdad ninguna sin saber qué esperar. Sami puso I cant Sleep at night de los Black Moods para entrar a tono. Adrenalina, offroad, rock, velocidad y el aroma desenfadado del aire de mar, tienden a combinar de maravilla. Cruzamos por todo el pueblo hasta llegar al Wrecked y unos metros más allá. Donde hay una verja de malla ciclónica, a la pista de Mud Run. Entramos dudosas. Total- dijo…

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro […]

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro neurálgico y se definen en función de eso. Todo lo demás se desvanece: profesiones, metas, sueños, ilusiones. Como si la única razón por la que lloran en las noches, es porque a sus hijos les pasa algo. Encima de todo, aparte tienen que sobrellevar a cuestas el estigma de que los padres son los culpables de todos los traumas. Los hijos somos unos tiranos que nos creemos el centro del universo y las víctimas de este. Yo, en lo personal, no sé si tengo la más buena o la más mala. Tengo la que me tocó y gracias a ella yo soy quien soy. Y soy consciente de que no fui (y al parecer me empeñé en no ser) una “responsabilidad”

nada fácil de criar. Nada más agradezco, que aparte de ser mi mamá, me enseñara lo que es ser mujer y persona. Mónica lloraba de frustración o de alegría. Rezaba para que le mostrara un camino, luchaba por su realización. No dejó que un sustantivo la definiera. Se esforzó por ser un ser más complicado. También tenía una mamá, unos hermanos, inquietudes, anhelos  y una vida que se narraba y sucedía fuera de esa burbuja “hijil”. La placenta fantasma que le llamo. Tuvo dolores físicos, errores, arranques de ira, de cariño y momentos de egoísmo. Me enseñó que no era perfecta, que la ilusión de poemas y palabras bonitas venían de espectros culturales. Fue mi primera enciclopedia y mi primera fuente de conocimiento no tan confiable, como supe una vez que aprendí a leer. El famoso “porque lo digo yo” era debatible en algunas…

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero […]

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero todos parecen muy contentos cada vez que me ven más grande. Solo los abuelos dicen que no importa. No te preocupes, vive con lo que tienes… Ser un niño no es malo. Lo dije, pero realmente no lo sentí. En ese momento lo creí una ñoñería. Me puse de pie y le despeiné condescendiente. La verdad es que nunca he sido muy buena tratando a los niños, y los hijos de mi amiga me tienen una paciencia que qué bárbaro. Sin embargo, esa breve conversación me caló y le pregunté a mi amiga, que le ocurría a su hijo. Es que luego se junta con niños más grandes  y ya no quieren jugar a lo que él juega, o pegarle a la

piñata (algo imposible, ya que a todos nos gusta pegarle a la piñata), o salir a pasear con Deisi (la perra). Eso le acongoja mucho. Nos sentamos en el área “de adultos” en su casa; la sala o la cocina (dependiendo de la hora) y observé y escuché a los chiquillos que por ahí andaban. Niños que tienen la oportunidad de ser niños, viven obsesionados con la idea de ser grandes… Quieren dinero, quieren ropa de moda, quieren lucirse, quieren carros, ya no bicis, quieren salir ir a plazas, dar vueltas, beber café y hacer nada porque todo lo demás son niñerías, presionan para tener novia y ya están pensando en el trabajo que deberían de tener. Ahora recogían los dulces de la piñata cuidando de que su ropa no se manchara de pasto, porque después irían todos a la plaza. Las mamás fascinadas “piensan…

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de […]

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de uno con el otro, la forma de emigrar el texto de Japón a América Latina, etcétera (round 1, el round 2 va a ser cuando todos hayan leído los dos). Tuve la idea de comprar un libro para rifar entre los presentes, el próximo que leeríamos (El Mal de la Taiga, de Cristina Rivera Garza), para que prendiera el asunto. Hablé con mi amiga Andrea que estaba en Hermosillo y se lo encargué. Entonces a ella le pareció buena la idea y compró otro libro (Leonora de Elena Poniatowska) también para rifar, ya fuera en esta ocasión o en la que sigue. Había anunciado que tenía sorpresas para los que asistieran y las sorpresas me las llevé yo

(no literalmente, no soy tan “así”). Un nuevo chico se unió, Daniel y leyó el que le tocó. Casi todos leyeron (Tomás, uno de los asistentes incluso leyó los dos y miraba a todos con picardía) e hicieron apuntes de lo que les interesaba como Beatriz. La señora Ada, se había tomado el tiempo de buscar en el diccionario las palabras que no sabía o no estaba segura de su significado y las traía anotadas. Nina e Hiram traían señalados sus puntos claves; Sami había terminado de un jalón, Wendy y Bianca con toda la pila, Manny echándole ganas… Y Andrea… bueno, ella ¡llegó! Arrastrando tacones, pero llegó. Venía media dormida (con dos Dramamines encima). La discusión estuvo interesante. Entre todos íbamos descubriendo las referencias en los libros. Y entonces llegó la hora de dar los libros. Y bajo la tradicional forma de “suertes”, de poner los…

(Como sobrevivir y mantener la calma en el intento)

(Como sobrevivir y mantener la calma en el intento) Las campañas políticas iniciaron (oficialmente) el 5 de abril y cerrarán (insisto, oficialmente) el 3 de junio para dar al voto ciudadano un  tiempo de recogimiento y reflexión pertinente, para que así sopese y se incline por el candidato de su preferencia el domingo 7 de junio, ante las urnas electorales. Y se nota señoras y señores, porque de pronto tenemos a diestra y siniestra personas versadas en política, en el radio se escuchan estribillos, carros con estampas en las ventanas, los espectaculares cambian de dueño  y se pueden observar a personas devotas, con playera Yazbek de algodón con los colores de los partidos por las calles. Sabemos que por el bien de los demás (y nosotros mismos) no se deben tocar temas de futbol, religión y/o política, sin embargo, esta es una situación que cada cierto tiempo, es inevitable.  Entonces, pasemos por el trance, con gracia. ¿Pero qué puede hacer usted, y nosotros simples y pobres mortales ante todo esto? Bien, antes que nada, apagar la

radio. Los estribillos que muchos de los candidatos escogen, son realmente pavorosos. En algún momento se tienen que dar cuenta que si uno los canta, es  en tono burlón, lo que significa que uno no va a ir a votar por ellos, nada más por las cualidades hipnóticas de las rimas y la genialidad de la adaptación musical. Informarse. No caiga ante el  proselitismo y la  demagogia. Lea las propuestas, analícenlas con amigos, vecinos o compadres; discútanlas y no nada más escoja porque es primo de fulana o es nietoparientedécimocuarto de la abuelita de su suegro, o porque “este roba menos” o “este ya robó la vez pasada”. Los principales afectados somos todos, entonces ¿Vale la pena? Bien ¿No les convence? Entonces se busca negociar, o una persona cuyas propuestas convengan más. No promueva el abstencionismo o la anulación. Si realmente está inconforme, apueste por…

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como […]

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como surfistas en olas tranquilas. Pero ¿no sería agradable que los primerizos, los asustadizos, o los indecisos no solo se quedaran dándole vueltas al área de las novedades, o en Sanborns, en las revistas? Si, sería agradable. Alguien que por lo menos te preguntara “¿cómo qué te gustaría leer?” O  “¿cuál fue tu último libro?” “¿te gustó o no?”... Que de pronto saquen un libro de la nada y te digan “¿Qué te parece esté?” y tú preguntaras “¿de qué trata?” y recibieras una respuesta. En Gandhi, salió uno. Que basándose vagamente en mi selección, me recomendó dos o tres bastante interesantes. Al grado que los tuve que anotar (El Baile, Nieve en Otoño y Suite Francesa todos de

 Irene Nemirovsky, el otro era uno de Patrick Mondiamo, que ya llevaba). Entonces, mi mamá me contó de una señora de una librería en la terminal 1 del Aeropuerto de México, que sus recomendaciones eran muy buenas. Que la buscara, que no me iba a decepcionar. Me entró la duda ¿por qué son buenas sus recomendaciones? Cuando estuve, ahí en el aeropuerto, entre pequeñas librerías me pude dar una idea. Había una, muy bonita, decorada muy minimalista, con estantes de madera y lámparas. Con un individuo delgado, muy bien arreglado; digamos elegante el asunto. Tenía muchas personas y al tipito ahí parado en medio recibiendo a todos. Llegué inquisitiva. Hola buenas tardes ¿qué me recomienda? Pues- respondió amable- de este lado tenemos las novedades. Si, ya veo- Literalmente, pues justo a donde señalaba había libros muy acomodados bajo el letrero NOVEDADES. ¿Alguna en especial? Pues, todas son…

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me […]

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me contacta por chat de Face y Erika por chat de gmail... Ambos para decirme que estaba invitada a asistir, que me iban a dar un pase de prensa por los tres días. Que lo único que tenía que decir era

que iba a ir. Ni modo. dejo de lado las cavilaciones y me entrego a las obligaciones, o mejor dicho, compromisos. Es el primero (bueno, casi) y yo quiero estar ahí. Entonces solo dije "ahí nos vemos". Entonces con cámara en mano y casi sin pompis, me dejé involucrar de lleno en el foro. Donde por fin pude darle el tan escrito abrazo a Erika (no la conocía en persona). Fue un foro divertido, natural, con sus "percs" pero que jamás perdió la buena vibra de organizadores y asistentes.

Necesitamos hacerte una entrevista, dijo Sami cuando anuncié la fecha para ir a Hermosillo a firmar el convenio. Me sentí medio extraña con la idea. Que alguien me entreviste me pone nerviosa y me saca el tartamudeo, ahora imaginen para la propia página.  Es raro. Sin embargo las ideas que se le ocurren a uno […]

Necesitamos hacerte una entrevista, dijo Sami cuando anuncié la fecha para ir a Hermosillo a firmar el convenio. Me sentí medio extraña con la idea. Que alguien me entreviste me pone nerviosa y me saca el tartamudeo, ahora imaginen para la propia página.  Es raro. Sin embargo las ideas que se le ocurren a uno por la noche cuando se sospecha que el sueño no nos va a encontrar, creemos que son excelentes, y espera que sigan siendo buenas una vez que  la luz del día las alcance. Empecé, en mi mente, imaginando ¿qué me preguntaría? Y de la nada comencé, yo solita, a hacerme la entrevista.  Se me hizo entretenido. ¡Oh, vamos! Como si ninguno de ustedes inventara platicas o discusiones mientras se bañan (si así fuera, nadie tardaría más de 10 minutos en la regadera). Entonces bien, ¿por dónde empezaría? Sin duda por la dichosa beca. Y mi alter ego,  empezó a disparar las preguntas. ¿El escenario? El que ustedes gusten. Yo me imaginé cómodamente sentada en un no tan ruidoso  bar, con un trago

en vaso de Martini,  con sombrilla, por aquello del brindis para  celebrar la ocasión. ¿De qué va la beca que ganaste? ¿Qué es y cómo la conseguiste? – preguntó mi Alter Ego. Bien- me rasco la sien-  pues la beca es un apoyo mensual que me darán por un año, por parte del FECAS (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes), y es un programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico. – una respuesta muy de folleto, mientras le daba vueltas al trago antes de darle un sorbito-  La convocatoria sale alrededor de octubre (más o menos) y es para varias disciplinas artísticas y hay varias categorías. Entonces, yo apliqué el año pasado, presenté el proyecto, y  la me la dieron en la categoría de Jóvenes Creadores, en la disciplina de  literatura, especialidad, novela. ¿Cuáles son los compromisos que…

Opino que Puerto Peñasco tiene las condiciones idóneas de luz, paisajes, tranquilidad y temperatura (en ciertos meses) para gestar artistas. Entonces me da gusto saber que una amiga, va por ese camino, aunque bueno, se está abriendo pasos a codazos, la verdad. En años pasados la había visto en talleres y eventos, nos caemos muy […]

Opino que Puerto Peñasco tiene las condiciones idóneas de luz, paisajes, tranquilidad y temperatura (en ciertos meses) para gestar artistas. Entonces me da gusto saber que una amiga, va por ese camino, aunque bueno, se está abriendo pasos a codazos, la verdad. En años pasados la había visto en talleres y eventos, nos caemos muy bien y bromeábamos  Curioso, la  conocí en un taller de escritura y que la seguí frecuentando en los talleres... En una ocasión hice una sesión fotográfica con ella. Infaltable, a la que le tomé cierto afecto, pero que jamás nos pusimos a platicar sobre su pasado o vida... hasta el momento. Entonces, por fin quedamos un día de tomar café ¿Se puede? De alguna forma (algunas ausencias) me enteré de la fragilidad de su salud, y no quería que su mamá (o hermanas) vinieran a reclamarme por daños a su hija,  pero café está bien… Bueno, mejor pidió una bebida más elaborada para agarrarle el gusto a la plática y un brownie con todo y cerecita (la cual, me agencié). Nos sentamos fuera

y no. Al parecer el aire libre de la placita, la música de las bocinas o las sillas metálicas, no nos incitaron a la plática profunda. Mejor entramos. Los cojines siempre ayudan a hacer sentir a las personas más cómodas y agradables, y aunque en la grabadora se escuchara el eco de la música y una que otra ronda de licuadoras trabajando, ya me las ingeniaría. Nos dejamos caer al mismo tiempo. Ella escogió un puff  naranja y yo el sillón, pero no quedábamos a la misma altura y me sentí maestra de filosofía. Ni que hacerle, el chiste es que se esté cómodo. A ella no parecía importarle, según entendí, de haber sido una opción, se hubiera sentado en el piso, pero traía falda (y bromeando dijo que no era un concierto hippie, era una cafetería y había que guardar las…

Si, habrán sentido ese escalofrío correr por su espina dorsal una vez que cambiamos de mes. De pronto todo se tiñó con tonalidades rojas, rosas y similares. Como dirían en la película de Apocalypse Now: The horror. No hay respeto alguno para las personas que no tienen estómago para eso del romance impuesto, meloso y […]

Si, habrán sentido ese escalofrío correr por su espina dorsal una vez que cambiamos de mes. De pronto todo se tiñó con tonalidades rojas, rosas y similares. Como dirían en la película de Apocalypse Now: The horror. No hay respeto alguno para las personas que no tienen estómago para eso del romance impuesto, meloso y dramático (por eso supongo, de ahí la palabra melodrama). Un día terrible donde el caramelo se te pega a los pies si no vez por donde pisas y el aroma del algodón de azúcar se respira en el aire (y se te mete en los pulmones, hasta el grado que creo que es más sana la nicotina – pero cada quien-). Hay algunos que dicen que es el día “Hallmark y consumista por excelencia”, pero aun así, los ves corriendo de arriba a abajo con cara de estreñidos porque no tiene regalo para su furibunda conejota o conejote (por experiencia, he visto que los hombres son menos sensibles en este caso, pero uno nunca

sabe y mejor no hay que excluirlos) Aunque creas que no crees, muchas veces, por miedo te hacen creer. Entonces he aquí una breve guía para la supervivencia para este especial día. Para empezar, si gozas del placer de tener pareja y hace la amenazadora pregunta “¿Y que vamos a hacer este 14?” Estas frito o frita. Lo lamento pero no te podrás zafar por muchos peros y explicaciones racionales que expongas. Lo mejor que puedes hacer es resignarte y echar mano de toda la imaginación disponible (incluye parientes, amigos y páginas en internet) para hacer un regalo, original, inteligente, emocionante, faltar al trabajo y vivir en el supuesto romance todo el día. Esa es la mejor apuesta. Nunca compres el regalo a última hora, es más caro y muchas veces contraproducente, pues corres el riesgo de encontrarte a todo el mundo conocido, haciendo lo mismo y no falta quien le…