Caes en cuenta que casi todas parecen insinuaciones sexuales; te advierten que, tomes el rumbo que tomes igual te van a coger. Tu escoges si quieres hacerte el desprevenido. En fin, cada quien sus kinks.

Estas en la calle, de pronto suena una inexistente tambora y de la nada te sale un ejército de jóvenes rodeando a un candidato que parece el  papá de todos ellos. Algunos ondeando banderas y otros nada más moviéndose como edecanes de tienda de azulejos, pero eso sí, todos traen sobre la ropa una camiseta de las mas vulgares y mal estampada.  Sigues tu recorrido con pena en el corazón y a izquierda y derecha te atacan espectaculares de pésima calidad (algunos ya rotos) de candidatos políticos. De caras infames, nombres ridículos que sacan a relucir apodos aún peores, sonrisas más falsas que un bigote negro después de los 60’s, y los slogans más terribles que en tu vida hayas escuchado. Por ejemplo el de "Gustavoacan por CoyoAcan”, o “Hazlo conmigo no con la Morena” , además de los típicos imperativos de anexo: hagámoslo, emprendamos, mejoremos, retomemos, etcétera. Caes en cuenta que casi todas parecen insinuaciones sexuales; te advierten que, tomes el rumbo que tomes igual te van a coger. Tu escoges

si quieres hacerte el desprevenido. En fin, cada quien sus kinks. Te da risa, sí, pero te sobas las sienes. El auto se detiene y escuchas de nuevo música; ahora es un cover de una canción de banda. “Todos a votar por fulano de tal. Ahora sí la voz que tu quieres, ahora  sí un candidato que te representa", o algo así, que te das cuenta que ni rima. No inventes, piensas, le atino mejor yo cambiando las letras de Flans o Frozen de broma con mis amigos con varios tragos encima, que estos con sus disque maravillas publicitarias . La rolita de movimiento naranja, esa sí que fue un hitazo. Sonríes y tarareas el coro de movimiento naranja. Obviamente que no tienes una idea de quién sea el candidato ahora, y la verdad es que ni te importa. La música insiste y el semáforo sigue en rojo.…

Anunciar con actitud benevolente que no habrá censura en contra de esas personas o periódicos, es como poner el dedo en el gatillo y decir “tranquilo papá, no te voy a disparar”.

Si algo han hecho las redes sociales es fomentar y hacer crecer el periodismo profesional e independiente. Y la verdad que no se requiere de mucha provocación para que el carácter rebelde y contestatario de muchos mexicanos saque la casta.  Y en algunos, la casta es de buena escuela, incluso con reconocimientos nacionales e internacionales. Hay una competencia bárbara y este “FOMO” (fear of missing out) generalizado que nos mantiene al filo de la silla con los dedos en el teclado todo el tiempo, tiene a todos corriendo contrarreloj. Por otro lado, los lectores en general tienen la facilidad y habilidad de comparar noticias y datos casi de manera inmediata. Eso hace que no se les pueda tomar el pelo con tanta ligereza, tienen que por fuerza, los periodistas, afianzarse bien, si no quieren ser expuestos y vapuleados en las redes, incluso algunas veces por sus mismos seguidores. Sin embargo, por mucho romance con el que se le quiera impregnar a la definición de periodismo, (compromiso con la verdad

y la objetividad, el bien deber con el pueblo, etcétera), la verdad es que son humanos y, aun comprometidos, la subjetividad, por muy sugerida o breve que sea, sale a flote. Es por eso que los mas versados en esto, recomiendan leer o ver al menos a otros dos o tres periodistas para tener un panorama más amplio. Los hay de todo tipo, como bien lo sabemos. Desde los que son de guerra (literal), hasta los que no se separan del escritorio. Los hay buenos y malos, desde los que hacen una investigación detallada como la de la Casa Blanca de Peña Nieto, o Lidia Cacho y su compromiso como activista de los derechos humanos, y el güey que escribió en un periódico de circulación nacional que Michael Jackson tenía un guante metálico más grande de lo normal (The White Glove Tracking project). Hay de todo en la viña del Señor.…

Es arte, pero tengan en cuenta que también es propaganda. Y cuando el país no esta a la altura de lo que representa, los monumentos pierden su calidad de intocables

La frase idónea para justificar nuestra postura en contra sin que se note agresiva: “esas no son formas”. Es muy común, pulula en las redes y en las voces de amigos, conocidos, familiares y compañeros. Una forma fantástica para desligarnos y cerrar nuestros oídos. Que si marchan “no son formas”. Que si deciden no hacer nada “no son formas”. Que si avientan glitter “no son formas”. Que si gritan, que si se enojan, que si arremeten, que si rayan “no son formas”. Que si rayan. Detengámonos ahí porque es un tema del que justamente se cuelgan muchos para desprestigiar o justificar el porqué esas personas no merecen credibilidad alguna. Parece una ofensa nacional el que las personas pintarrajeen bardas, vandalicen monumentos y no me malentiendan, lo es, y debería de serlo. Ese es el punto justamente. La base del graffitti es la transgresión, además de un discurso de inconformidad política. Que se ve mal. Señores, eso es lo que se pretende. Que si los monumentos no tienen la culpa. Es

cierto, no, ellos per sé no la tienen, pero ya no están a la altura de lo que representan. Que si es una falta de respeto, ahí sí, la verdad, no lo creo. La falta de respeto sería la de no haber inspirado en la gente el respeto que se supone deberían profesar. ¿Qué es lo que caracteriza a un barrio peligroso? Su lejanía de la mano de dios, su poca presencia policiaca, su alto índice de delincuencia, sus mafias o pandillas, el ambiente tenso, su impunidad, sus calles oscuras, o descuidadas y propicias para los usos y costumbres de la vida criminal; y lo que ayuda a concretar bien la sensación de peligrosidad y anarquía son las pintas. Un barrio bien rayoneado, da más miedo que un barrio bien pintado. Entonces, el paso de mujeres pintando lemas, frases y demás, no se debe nada más al enojo y a…