Estas en la calle, de pronto suena una inexistente tambora y de la nada te sale un ejército de jóvenes rodeando a un candidato que parece el papá de todos ellos. Algunos ondeando banderas y otros nada más moviéndose como edecanes de tienda de azulejos, pero eso sí, todos traen sobre la ropa una camiseta de las mas vulgares y mal estampada. Sigues tu recorrido con pena en el corazón y a izquierda y derecha te atacan espectaculares de pésima calidad (algunos ya rotos) de candidatos políticos. De caras infames, nombres ridículos que sacan a relucir apodos aún peores, sonrisas más falsas que un bigote negro después de los 60’s, y los slogans más terribles que en tu vida hayas escuchado. Por ejemplo el de "Gustavoacan por CoyoAcan”, o “Hazlo conmigo no con la Morena” , además de los típicos imperativos de anexo: hagámoslo, emprendamos, mejoremos, retomemos, etcétera. Caes en cuenta que casi todas parecen insinuaciones sexuales; te advierten que, tomes el rumbo que tomes igual te van a coger. Tu escoges
si quieres hacerte el desprevenido. En fin, cada quien sus kinks. Te da risa, sí, pero te sobas las sienes. El auto se detiene y escuchas de nuevo música; ahora es un cover de una canción de banda. “Todos a votar por fulano de tal. Ahora sí la voz que tu quieres, ahora sí un candidato que te representa", o algo así, que te das cuenta que ni rima. No inventes, piensas, le atino mejor yo cambiando las letras de Flans o Frozen de broma con mis amigos con varios tragos encima, que estos con sus disque maravillas publicitarias . La rolita de movimiento naranja, esa sí que fue un hitazo. Sonríes y tarareas el coro de movimiento naranja. Obviamente que no tienes una idea de quién sea el candidato ahora, y la verdad es que ni te importa. La música insiste y el semáforo sigue en rojo.…