Hablemos de ella y cómo obtenerla.   “Comparte esta frase en tu muro y tendrás buena suerte” A todos nos ha ocurrido.  A todos nos ha aparecido en nuestro feed, y en una u otra ocasión lo hemos considerado, a ver si nos sacamos aunque sea la lotería. Por otro lado, tenemos a ese amigo intrépido, […]

Hablemos de ella y cómo obtenerla.   “Comparte esta frase en tu muro y tendrás buena suerte” A todos nos ha ocurrido.  A todos nos ha aparecido en nuestro feed, y en una u otra ocasión lo hemos considerado, a ver si nos sacamos aunque sea la lotería. Por otro lado, tenemos a ese amigo intrépido, al que imaginas disfrutando de una limonada en un juego de quemados, bailando con los ojos cerrados, sin que ni una pelota le pegue. Le haces la observación que tiene una suerte de los mil demonios,  y esta persona te responde con una pregunta ingenua, arrugando su nariz “¿tú crees?”. Obvio que sí. Y justo con esa declaración, te sientes más salado que las galletas que sirven con el ceviche. ¿Cómo le hace la gente para tener tanta suerte? Tienes tus amuletos, recoges religiosamente monedas, te llenas las solapas con tréboles, y si no fuera porque las herraduras son muy pesadas, te pondrías una de collar, o de llavero, junto a la pata de conejo (uno que no

tuvo tanta suerte). Aun así, la suerte,  parece tener preferencia por otra gente. Empiezas a dudar sobre si  el número 13 es realmente bueno o malo. ¿Qué me dirían si les digo que la suerte como tal, no existe?  Mucho está en la actitud. De verdad que sí. ¿No me creen? Hace tiempo fui a un bingo (a mi abuela le fascina). Ahí pude observar los rituales de algunas personas para atraer la buena suerte y con ella el premio. Muchos y tan variados rituales, incluían desde acomodar todo de cierta forma, usar un plumón propio, sobar el cartoncito con la bolsita con piedras varias, hasta el de pedir una botellita de agua que únicamente se usará para bautizar y limpiar  la mesa después de cada jugada. Algunos te daban sus consejos, otros se los reservaban para sí. La invocaban como a una musa o espíritu.  Unos…

100 proyecciones, 100 martes de cinéfilos, 100 tardes de café y películas al aire libre. Desde el primer cinemartes en agosto del 2013 con  To The Wonder del director Terrence Malick (2013), hasta ahora,  dos años después con Birdman de Alejandro González Iñárritu Un esfuerzo de amigos que con esmero seleccionan la película a ver. […]

100 proyecciones, 100 martes de cinéfilos, 100 tardes de café y películas al aire libre. Desde el primer cinemartes en agosto del 2013 con  To The Wonder del director Terrence Malick (2013), hasta ahora,  dos años después con Birdman de Alejandro González Iñárritu Un esfuerzo de amigos que con esmero seleccionan la película a ver.  Nina, culturera omnívora (que tanto le entra al cine, como a la literatura como a la música)  y directora del Cine Club  y Socorro, un cinéfilo conocedor, que habla de directores, productores, fotógrafos y realizadores como de cuates en el bar.También Luis Altamirano, Marissa Hernández, propietarios de la cafetería que con gusto apoyaron este plan desde el principio. Martes con martes, montando todo, saludando, esperando a los asistentes (que hay veces que son los mismos), viendo la película, comentando al final. Entre todos los compromisos, este es uno que se ha hecho tradición. Con frio o calor. Con colcha o ventilador, es curioso ver las fotos de los asistentes según las estaciones. Con la opción de café, frappes, helado, o

lo que haya en los alrededores (y con la bondad de que aceptan perros, Tábata ha ido a algunas presentaciones, pero parece más interesada en los gatos) Joya tras joya. Entre películas clásicas, de culto, poco comunes (incluso extrañas) y recientes ocurren los martes en la terraza del Café Puerto viejo. Ofreciendo otra perspectiva del mundo del cine, una más alternativa (como la de Under the Skin que yo me quedé con cara de “¿Qué?”, y mejor mi amiga se apresuró a hacer una explicación rápida, para que no anduviera yo por la vida con cara de mensa) También se incluyeron presentaciones especiales con los realizadores, Festivales de cine, video y documental, incluida la presentación del documental ABC y la fiesta de artistas en la calle mientras se proyectaba la película de Pink Floyd The Wall, que por obvias y bohemias razones es la que…

Es un concierto enorme, grande y de cuatro  días de fiesta por algunos bares y un mega escenario, en una ciudad playera de Sonora. Es más como un festival; varias bandas amigas, dando el rol por diferentes bares, gente que viene en su peregrinar para encontrarse con ellos. Tatuajes, un encuentro de soccer, aroma a […]

Es un concierto enorme, grande y de cuatro  días de fiesta por algunos bares y un mega escenario, en una ciudad playera de Sonora. Es más como un festival; varias bandas amigas, dando el rol por diferentes bares, gente que viene en su peregrinar para encontrarse con ellos. Tatuajes, un encuentro de soccer, aroma a bronceador, trajes de baño, cerveza, tequila (circula el Mexican Moonshine), colores, guitarras, discos, playeras Hace tiempo había gente queriendo organizar un magno evento con bandas hiper famosas para los “baby boomers”, en un gran terreno, creando un pequeño poblado, con casas de campaña, áreas VIP, comida, bebida, escenarios y todo el show. We build this city on rock & roll. Pero,  por una u otra razón, el proyecto simplemente no cuajó y la gente se podía dividir entre los que decían “yo les dije” y los más o menos desilusionados que se cuestionaban “¿qué habrá salido mal?”. Y sin embargo, cada año, en este mismo desierto “infértil”, se vive un evento musical, que ha ido creciendo en magnitud desde el año 2000, que

se formaron los Peacemakers y vinieron por primera vez  a Peñasco a tocar (http://www.circusmexicus.net/#circusmexicus) Ahora es un mega festival de bandas hermanas y amigas que se intercalan el escenario, el cariño de los asistentes y los brindis. Los fans crecen y crecen Cuatro días de música de gira en bares de tradición y amigos. Viernes y sábado de “main stage”,  el más grande Circus Mexicus hasta ahora (http://rockypoint360.com/rcpm-cm-xxiv-one-for-the-books/) Entonces ¿qué se necesita para hacer algo así? Días de brotes musicales con grupos y artistas invitados lo suficientemente buena onda y relajados conviviendo por los bares de Peñasco. Paciencia. Como todo en el desierto, no hay nada express (más que la deshidratación), lo que debe crecer,  crece lento. Sin prisa, porque primero echa raíces muy fuertes. En lo personal me causan ansiedad las grandes concentraciones de gente. No me gustan. Sin embargo este…

Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le […]

Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le hallé ni pies ni cabeza (me imaginé una escena de todos tomando café a un ritmo acelerado, tipo película de Mister Bean) pregunté: ¿Cómo? ¿Quieres ir a dar una vuelta en un carro de carreras?- reformuló Obvio es que esa también es una combinación de palabras poco común para un jueves a medio día. ¿Ahorita? ¿Arreglaste el carro y quieres ir a… dónde?- Ró. Bueno- corrigió- nos invitaron mañana los de Rocky Point Speedway a que manejáramos o que nos dieran una vuelta en un carro de carreras del desierto. Bueno hay algunas cosas que platicar con ellos, pero básicamente es eso. ¿Vamos? Bueno, yo si voy ¿quieres ir? ¿En serio? ¡Si! ¡Oh, wow! Genial ¿Cómo

a qué hora? – Obvio estaba apuntadísima. No sé si para manejar, pero en definitiva para un paseo. Pues, a la hora del coffee break como a las 12. Va. Listo. Con eso, la cita ya estaba hecha y al día siguiente dos chicas de RockyPoint360, que últimamente gozaban de las mieles del bronceado del sol, irían a probar algo un poco más fuerte que el café para hacer resonar los nervios. Nos subimos a la camioneta de Sami, la verdad ninguna sin saber qué esperar. Sami puso I cant Sleep at night de los Black Moods para entrar a tono. Adrenalina, offroad, rock, velocidad y el aroma desenfadado del aire de mar, tienden a combinar de maravilla. Cruzamos por todo el pueblo hasta llegar al Wrecked y unos metros más allá. Donde hay una verja de malla ciclónica, a la pista de Mud Run. Entramos dudosas. Total- dijo…

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro […]

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro neurálgico y se definen en función de eso. Todo lo demás se desvanece: profesiones, metas, sueños, ilusiones. Como si la única razón por la que lloran en las noches, es porque a sus hijos les pasa algo. Encima de todo, aparte tienen que sobrellevar a cuestas el estigma de que los padres son los culpables de todos los traumas. Los hijos somos unos tiranos que nos creemos el centro del universo y las víctimas de este. Yo, en lo personal, no sé si tengo la más buena o la más mala. Tengo la que me tocó y gracias a ella yo soy quien soy. Y soy consciente de que no fui (y al parecer me empeñé en no ser) una “responsabilidad”

nada fácil de criar. Nada más agradezco, que aparte de ser mi mamá, me enseñara lo que es ser mujer y persona. Mónica lloraba de frustración o de alegría. Rezaba para que le mostrara un camino, luchaba por su realización. No dejó que un sustantivo la definiera. Se esforzó por ser un ser más complicado. También tenía una mamá, unos hermanos, inquietudes, anhelos  y una vida que se narraba y sucedía fuera de esa burbuja “hijil”. La placenta fantasma que le llamo. Tuvo dolores físicos, errores, arranques de ira, de cariño y momentos de egoísmo. Me enseñó que no era perfecta, que la ilusión de poemas y palabras bonitas venían de espectros culturales. Fue mi primera enciclopedia y mi primera fuente de conocimiento no tan confiable, como supe una vez que aprendí a leer. El famoso “porque lo digo yo” era debatible en algunas…

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero […]

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero todos parecen muy contentos cada vez que me ven más grande. Solo los abuelos dicen que no importa. No te preocupes, vive con lo que tienes… Ser un niño no es malo. Lo dije, pero realmente no lo sentí. En ese momento lo creí una ñoñería. Me puse de pie y le despeiné condescendiente. La verdad es que nunca he sido muy buena tratando a los niños, y los hijos de mi amiga me tienen una paciencia que qué bárbaro. Sin embargo, esa breve conversación me caló y le pregunté a mi amiga, que le ocurría a su hijo. Es que luego se junta con niños más grandes  y ya no quieren jugar a lo que él juega, o pegarle a la

piñata (algo imposible, ya que a todos nos gusta pegarle a la piñata), o salir a pasear con Deisi (la perra). Eso le acongoja mucho. Nos sentamos en el área “de adultos” en su casa; la sala o la cocina (dependiendo de la hora) y observé y escuché a los chiquillos que por ahí andaban. Niños que tienen la oportunidad de ser niños, viven obsesionados con la idea de ser grandes… Quieren dinero, quieren ropa de moda, quieren lucirse, quieren carros, ya no bicis, quieren salir ir a plazas, dar vueltas, beber café y hacer nada porque todo lo demás son niñerías, presionan para tener novia y ya están pensando en el trabajo que deberían de tener. Ahora recogían los dulces de la piñata cuidando de que su ropa no se manchara de pasto, porque después irían todos a la plaza. Las mamás fascinadas “piensan…

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de […]

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de uno con el otro, la forma de emigrar el texto de Japón a América Latina, etcétera (round 1, el round 2 va a ser cuando todos hayan leído los dos). Tuve la idea de comprar un libro para rifar entre los presentes, el próximo que leeríamos (El Mal de la Taiga, de Cristina Rivera Garza), para que prendiera el asunto. Hablé con mi amiga Andrea que estaba en Hermosillo y se lo encargué. Entonces a ella le pareció buena la idea y compró otro libro (Leonora de Elena Poniatowska) también para rifar, ya fuera en esta ocasión o en la que sigue. Había anunciado que tenía sorpresas para los que asistieran y las sorpresas me las llevé yo

(no literalmente, no soy tan “así”). Un nuevo chico se unió, Daniel y leyó el que le tocó. Casi todos leyeron (Tomás, uno de los asistentes incluso leyó los dos y miraba a todos con picardía) e hicieron apuntes de lo que les interesaba como Beatriz. La señora Ada, se había tomado el tiempo de buscar en el diccionario las palabras que no sabía o no estaba segura de su significado y las traía anotadas. Nina e Hiram traían señalados sus puntos claves; Sami había terminado de un jalón, Wendy y Bianca con toda la pila, Manny echándole ganas… Y Andrea… bueno, ella ¡llegó! Arrastrando tacones, pero llegó. Venía media dormida (con dos Dramamines encima). La discusión estuvo interesante. Entre todos íbamos descubriendo las referencias en los libros. Y entonces llegó la hora de dar los libros. Y bajo la tradicional forma de “suertes”, de poner los…

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como […]

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como surfistas en olas tranquilas. Pero ¿no sería agradable que los primerizos, los asustadizos, o los indecisos no solo se quedaran dándole vueltas al área de las novedades, o en Sanborns, en las revistas? Si, sería agradable. Alguien que por lo menos te preguntara “¿cómo qué te gustaría leer?” O  “¿cuál fue tu último libro?” “¿te gustó o no?”... Que de pronto saquen un libro de la nada y te digan “¿Qué te parece esté?” y tú preguntaras “¿de qué trata?” y recibieras una respuesta. En Gandhi, salió uno. Que basándose vagamente en mi selección, me recomendó dos o tres bastante interesantes. Al grado que los tuve que anotar (El Baile, Nieve en Otoño y Suite Francesa todos de

 Irene Nemirovsky, el otro era uno de Patrick Mondiamo, que ya llevaba). Entonces, mi mamá me contó de una señora de una librería en la terminal 1 del Aeropuerto de México, que sus recomendaciones eran muy buenas. Que la buscara, que no me iba a decepcionar. Me entró la duda ¿por qué son buenas sus recomendaciones? Cuando estuve, ahí en el aeropuerto, entre pequeñas librerías me pude dar una idea. Había una, muy bonita, decorada muy minimalista, con estantes de madera y lámparas. Con un individuo delgado, muy bien arreglado; digamos elegante el asunto. Tenía muchas personas y al tipito ahí parado en medio recibiendo a todos. Llegué inquisitiva. Hola buenas tardes ¿qué me recomienda? Pues- respondió amable- de este lado tenemos las novedades. Si, ya veo- Literalmente, pues justo a donde señalaba había libros muy acomodados bajo el letrero NOVEDADES. ¿Alguna en especial? Pues, todas son…

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me […]

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me contacta por chat de Face y Erika por chat de gmail... Ambos para decirme que estaba invitada a asistir, que me iban a dar un pase de prensa por los tres días. Que lo único que tenía que decir era

que iba a ir. Ni modo. dejo de lado las cavilaciones y me entrego a las obligaciones, o mejor dicho, compromisos. Es el primero (bueno, casi) y yo quiero estar ahí. Entonces solo dije "ahí nos vemos". Entonces con cámara en mano y casi sin pompis, me dejé involucrar de lleno en el foro. Donde por fin pude darle el tan escrito abrazo a Erika (no la conocía en persona). Fue un foro divertido, natural, con sus "percs" pero que jamás perdió la buena vibra de organizadores y asistentes.

Necesitamos hacerte una entrevista, dijo Sami cuando anuncié la fecha para ir a Hermosillo a firmar el convenio. Me sentí medio extraña con la idea. Que alguien me entreviste me pone nerviosa y me saca el tartamudeo, ahora imaginen para la propia página.  Es raro. Sin embargo las ideas que se le ocurren a uno […]

Necesitamos hacerte una entrevista, dijo Sami cuando anuncié la fecha para ir a Hermosillo a firmar el convenio. Me sentí medio extraña con la idea. Que alguien me entreviste me pone nerviosa y me saca el tartamudeo, ahora imaginen para la propia página.  Es raro. Sin embargo las ideas que se le ocurren a uno por la noche cuando se sospecha que el sueño no nos va a encontrar, creemos que son excelentes, y espera que sigan siendo buenas una vez que  la luz del día las alcance. Empecé, en mi mente, imaginando ¿qué me preguntaría? Y de la nada comencé, yo solita, a hacerme la entrevista.  Se me hizo entretenido. ¡Oh, vamos! Como si ninguno de ustedes inventara platicas o discusiones mientras se bañan (si así fuera, nadie tardaría más de 10 minutos en la regadera). Entonces bien, ¿por dónde empezaría? Sin duda por la dichosa beca. Y mi alter ego,  empezó a disparar las preguntas. ¿El escenario? El que ustedes gusten. Yo me imaginé cómodamente sentada en un no tan ruidoso  bar, con un trago

en vaso de Martini,  con sombrilla, por aquello del brindis para  celebrar la ocasión. ¿De qué va la beca que ganaste? ¿Qué es y cómo la conseguiste? – preguntó mi Alter Ego. Bien- me rasco la sien-  pues la beca es un apoyo mensual que me darán por un año, por parte del FECAS (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes), y es un programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico. – una respuesta muy de folleto, mientras le daba vueltas al trago antes de darle un sorbito-  La convocatoria sale alrededor de octubre (más o menos) y es para varias disciplinas artísticas y hay varias categorías. Entonces, yo apliqué el año pasado, presenté el proyecto, y  la me la dieron en la categoría de Jóvenes Creadores, en la disciplina de  literatura, especialidad, novela. ¿Cuáles son los compromisos que…