Salida de chicas. Es bien sabido como ya el jueves empieza ya una necesidad de “desfogue” y no tanto de fiesta. La música ambiental se pone más alegre. Más cuando uno puede disponer de la quincena (no toda, solo parte). Aparte las temperaturas empiezan a subir y uno (simple mortal) requiere de algo que mitigue el calor y neutralice los efectos del café tardío. Es la tarde, después de estar todo el día en la oficina. El cerebro se embota y uno ya está pensando en muchas cosas que no precisamente son “trabajo”. Pasa una amiga como a las siete de la tarde. ¿Qué onda? Unos tragos para desatarugar ¿no? Me encogí de hombros. La idea es buena. El jueves es el día antes del “deadline” mental, el día mundial del “ya mañana le sigo” (hay ocasiones en que es un verdadero “deadline”, pero no es la ocasión). Entonces ¿qué se hace? Muy fácil, se sale y se disfruta. Hay que darse el chance y no solo llegar y abrir el refri
con cara de constipados, a ver qué hay. Sin embargo, hay que hacer un plan. Pasa uno al cajero, dispone de dinero y ese es el límite. Uno tiene derecho a soltar el estrés, sí pero si ya se desea llegar al viernes en cuatro patas y/o pidiendo servicio de cama para acomodarse en el baño, es cuestión de cada quien. La rutina espera al día siguiente. Ahora sí, a dar el roll. La vestimenta es casual, nada muy elaborado. Cero vestiditos mínimos, maquillaje fantástico, peinados esmerados y taconazos enormes. No, señoras y señoritas, porque se pierde la espontaneidad del momento. Aparte de que nadie espera eso en un jueves. Empezamos en el Satisfied Frog, al final del Malecón. Unas cervezas, que si bien no son caras (tampoco baratas), tienen la ventaja de estar heladas y no quemadas. Puedes pedir algo de comer, si no nada…