Salida de chicas. Es bien sabido como ya  el jueves empieza ya una necesidad de “desfogue” y no tanto de fiesta. La música ambiental se pone más alegre. Más cuando uno puede disponer de la quincena (no toda, solo parte). Aparte las temperaturas empiezan a subir y uno (simple mortal) requiere de algo que mitigue […]

Salida de chicas. Es bien sabido como ya  el jueves empieza ya una necesidad de “desfogue” y no tanto de fiesta. La música ambiental se pone más alegre. Más cuando uno puede disponer de la quincena (no toda, solo parte). Aparte las temperaturas empiezan a subir y uno (simple mortal) requiere de algo que mitigue el calor y neutralice los efectos del café tardío. Es la tarde, después de estar todo el día en la oficina. El cerebro se embota y uno ya está pensando en muchas cosas que no precisamente son “trabajo”. Pasa una amiga como a las siete de la tarde. ¿Qué onda? Unos tragos para desatarugar ¿no? Me encogí de hombros. La idea es buena. El jueves es el día antes del “deadline” mental, el día mundial del “ya mañana le sigo” (hay ocasiones en que es un verdadero “deadline”, pero no es la ocasión). Entonces ¿qué se hace? Muy fácil, se sale y se disfruta. Hay que darse el chance y no solo llegar y abrir el refri

con cara de constipados, a ver qué hay.   Sin embargo, hay que hacer un plan. Pasa uno al cajero, dispone de dinero y ese es el límite. Uno tiene derecho a soltar el estrés, sí pero si ya se desea llegar al viernes en cuatro patas y/o pidiendo servicio de cama para acomodarse en el baño, es cuestión de cada quien. La rutina espera al día siguiente. Ahora sí, a dar el roll. La vestimenta es casual, nada muy elaborado. Cero vestiditos mínimos, maquillaje fantástico, peinados esmerados  y taconazos enormes. No, señoras y señoritas, porque se pierde la espontaneidad del momento. Aparte de que nadie espera eso en un jueves.   Empezamos en el Satisfied Frog, al final del Malecón. Unas cervezas, que si bien no son caras (tampoco baratas), tienen la ventaja de estar heladas y no quemadas. Puedes pedir algo de comer, si no nada…

Izrael Ríos…  Platicando con una mente brillante.   El Porqué de la entrevista.   Porque no siempre uno se encuentra con talentos así: autoformados.   Él fue el que ganó el concurso de logo conmemorativo del Rocky Point Rally. Talento joven, que conocí una vez que Memuco invitó a varios artistas a pasar la tarde […]

Izrael Ríos…  Platicando con una mente brillante.   El Porqué de la entrevista.   Porque no siempre uno se encuentra con talentos así: autoformados.   Él fue el que ganó el concurso de logo conmemorativo del Rocky Point Rally. Talento joven, que conocí una vez que Memuco invitó a varios artistas a pasar la tarde pintando una barda. Se reunieron muchos, y otros metiches que ahí íbamos a ver que hacían (yo no pinto nada, ni bigotes en las fotos… bueno, eso sí). Ahí lo vi por primera vez, dando vueltas, curioso, observando. En una de esas, en que el sol ya estaba por despedirse (y antes que trajeran las luces) sin mucho, cerró un puño, ubicó un espacio en el muro y ¡zaz! En dos patadas ya lo tenía dibujado, con sombras, texturas, arrugas, uñas y todo. Wow. Después lo vi en un cinemartes con Pink Floyd, que fue gran bohemia de artistas, haciendo body Paint y un rinoceronte. También muy padre. En día de muertos él y

Yuvid me pintaron de manera genial (hasta espanté a varios chamaquitos sin siquiera hacer gala de mis dotes histriónicos). Obvio es que lo había querido entrevistar desde antes. Me llamó mucho la atención su talento. Siempre apalabrábamos pero era muy escurridizo. Siempre muy ocupado. En Facebook sube sus nuevas creaciones y ahí es donde se intuye en que anda de nuevo. Pero ahora fue el pretexto, el premio y que asiste a mi club de lectura (Iniciación al Vicio Literario). Antes de que se fuera, ahí me lo agarré y concretamos cita. Quedamos que después de sus clases en el INBA. Cabe señalar que no quedó a la primera, pero, lo bueno es que no quité el dedo del renglón y un jueves por la tarde, quedamos de vernos en un café. Un lugar neutral, de ambiente, con muchos sabores, para que cada quien escoja su veneno calma-nervios (y no solo…

Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le […]

Se quitó los audífonos, respiró profundo, se estiró y al pasar a la cafetera para rellenar su taza, Sami soltó: ¿Qué te parece si mañana de coffeebreak le metemos velocidad? Pestañé tratando de descifrar el contenido de la oración, me descoloqué la minibocina de la oreja en la que gritaba Brandon Flowers. Cuando no le hallé ni pies ni cabeza (me imaginé una escena de todos tomando café a un ritmo acelerado, tipo película de Mister Bean) pregunté: ¿Cómo? ¿Quieres ir a dar una vuelta en un carro de carreras?- reformuló Obvio es que esa también es una combinación de palabras poco común para un jueves a medio día. ¿Ahorita? ¿Arreglaste el carro y quieres ir a… dónde?- Ró. Bueno- corrigió- nos invitaron mañana los de Rocky Point Speedway a que manejáramos o que nos dieran una vuelta en un carro de carreras del desierto. Bueno hay algunas cosas que platicar con ellos, pero básicamente es eso. ¿Vamos? Bueno, yo si voy ¿quieres ir? ¿En serio? ¡Si! ¡Oh, wow! Genial ¿Cómo

a qué hora? – Obvio estaba apuntadísima. No sé si para manejar, pero en definitiva para un paseo. Pues, a la hora del coffee break como a las 12. Va. Listo. Con eso, la cita ya estaba hecha y al día siguiente dos chicas de RockyPoint360, que últimamente gozaban de las mieles del bronceado del sol, irían a probar algo un poco más fuerte que el café para hacer resonar los nervios. Nos subimos a la camioneta de Sami, la verdad ninguna sin saber qué esperar. Sami puso I cant Sleep at night de los Black Moods para entrar a tono. Adrenalina, offroad, rock, velocidad y el aroma desenfadado del aire de mar, tienden a combinar de maravilla. Cruzamos por todo el pueblo hasta llegar al Wrecked y unos metros más allá. Donde hay una verja de malla ciclónica, a la pista de Mud Run. Entramos dudosas. Total- dijo…

On the way to Cholla Bay, just past the stop sign near the Reef a few colorful signs announce the “Driving Experience – Drive or Ride” at the Rocky Point Speedway.  Offering thrill experiences pretty much every Friday and Saturday, between 11 a.m. – 3 p.m., Darren Dodd of the Speedway also welcomes groups, walk-ins, […]

On the way to Cholla Bay, just past the stop sign near the Reef a few colorful signs announce the "Driving Experience - Drive or Ride" at the Rocky Point Speedway.  Offering thrill experiences pretty much every Friday and Saturday, between 11 a.m. - 3 p.m., Darren Dodd of the Speedway also welcomes groups, walk-ins, plus invites folk to make reservations. Let's have Moka tell you about our own experience with the race car.... She removed her headphones, took a deep breath, stretched, and as she walked by the coffee maker to refill her cup Sami blurted, “How about for tomorrow’s coffee break we speed things up?” I blinked, trying to decipher the content of the sentence, disconnecting my mini-speakers where Brandon Flowers had just been belting one out. When I couldn’t make nor heads nor tails of what she said (I imagined a scene of everyone drinking coffee at an accelerated pace, Mister Bean style), I asked, “Come again?” “Would you like

to take a spin in a race car?” she reformulated the question. Obviously that combination of words was also somewhat unusual for a Thursday afternoon. “Now? Did you fix the car and want to head out…where?” “Well,” she clarified, “we were invited to go to Rocky Point Speedway tomorrow so we can either drive or ride along in a desert race car. Well, there are some things to chat about but basically that’s it. How about it? I’m going, do you want to?” “Seriously?” “Yes!” “Oh wow! Great! What time?” I was obviously more than ready. “I don’t know about driving, but definitely out for a ride.” “Well, around coffee break time – noon?” “We’re on.” And with that, the date was set. The next day, two Rocky Point 360 chicks, who were also looking to take in the honey rays of the sun, headed out to try something a little stronger than coffee to shake our…

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro […]

Que si la mamá más buena, que si la más mala. Que si la sabiduría infinita y el dolor exquisito. Que si la entrega absoluta y la realización como género. La maternidad. Hablan de ello, como si fuera el único gran logro y satisfacción de las mujeres. Recuerdo a mamá y suspiró.  Es el centro neurálgico y se definen en función de eso. Todo lo demás se desvanece: profesiones, metas, sueños, ilusiones. Como si la única razón por la que lloran en las noches, es porque a sus hijos les pasa algo. Encima de todo, aparte tienen que sobrellevar a cuestas el estigma de que los padres son los culpables de todos los traumas. Los hijos somos unos tiranos que nos creemos el centro del universo y las víctimas de este. Yo, en lo personal, no sé si tengo la más buena o la más mala. Tengo la que me tocó y gracias a ella yo soy quien soy. Y soy consciente de que no fui (y al parecer me empeñé en no ser) una “responsabilidad”

nada fácil de criar. Nada más agradezco, que aparte de ser mi mamá, me enseñara lo que es ser mujer y persona. Mónica lloraba de frustración o de alegría. Rezaba para que le mostrara un camino, luchaba por su realización. No dejó que un sustantivo la definiera. Se esforzó por ser un ser más complicado. También tenía una mamá, unos hermanos, inquietudes, anhelos  y una vida que se narraba y sucedía fuera de esa burbuja “hijil”. La placenta fantasma que le llamo. Tuvo dolores físicos, errores, arranques de ira, de cariño y momentos de egoísmo. Me enseñó que no era perfecta, que la ilusión de poemas y palabras bonitas venían de espectros culturales. Fue mi primera enciclopedia y mi primera fuente de conocimiento no tan confiable, como supe una vez que aprendí a leer. El famoso “porque lo digo yo” era debatible en algunas…

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero […]

No quiero crecer. Me dijo el hijo de una amiga muy triste en su cumpleaños. Yo quiero seguir siendo niño. Miró algo nostálgico afuera. Y ellos solo quieren ser mayores. Y yo que solo dije ¡Wow! Cuanto has crecido, cuando lo saludé. ¿Por qué, mijo? ¿Cuál es el problema? No sé. Estoy bien así… Pero todos parecen muy contentos cada vez que me ven más grande. Solo los abuelos dicen que no importa. No te preocupes, vive con lo que tienes… Ser un niño no es malo. Lo dije, pero realmente no lo sentí. En ese momento lo creí una ñoñería. Me puse de pie y le despeiné condescendiente. La verdad es que nunca he sido muy buena tratando a los niños, y los hijos de mi amiga me tienen una paciencia que qué bárbaro. Sin embargo, esa breve conversación me caló y le pregunté a mi amiga, que le ocurría a su hijo. Es que luego se junta con niños más grandes  y ya no quieren jugar a lo que él juega, o pegarle a la

piñata (algo imposible, ya que a todos nos gusta pegarle a la piñata), o salir a pasear con Deisi (la perra). Eso le acongoja mucho. Nos sentamos en el área “de adultos” en su casa; la sala o la cocina (dependiendo de la hora) y observé y escuché a los chiquillos que por ahí andaban. Niños que tienen la oportunidad de ser niños, viven obsesionados con la idea de ser grandes… Quieren dinero, quieren ropa de moda, quieren lucirse, quieren carros, ya no bicis, quieren salir ir a plazas, dar vueltas, beber café y hacer nada porque todo lo demás son niñerías, presionan para tener novia y ya están pensando en el trabajo que deberían de tener. Ahora recogían los dulces de la piñata cuidando de que su ropa no se manchara de pasto, porque después irían todos a la plaza. Las mamás fascinadas “piensan…

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de […]

El Club-ller Iniciación al vicio literario ya lleva tres sesiones, sin embargo, este último encuentro fue algo especial. Había dejado que una parte del grupo leyera Memoria de mis putas tristes de  Gabriel García Márquez y la otra mitad, La casa de las Bellas Durmientes de Yasunari Kawabata para así poder confrontarlos, buscando referencias de uno con el otro, la forma de emigrar el texto de Japón a América Latina, etcétera (round 1, el round 2 va a ser cuando todos hayan leído los dos). Tuve la idea de comprar un libro para rifar entre los presentes, el próximo que leeríamos (El Mal de la Taiga, de Cristina Rivera Garza), para que prendiera el asunto. Hablé con mi amiga Andrea que estaba en Hermosillo y se lo encargué. Entonces a ella le pareció buena la idea y compró otro libro (Leonora de Elena Poniatowska) también para rifar, ya fuera en esta ocasión o en la que sigue. Había anunciado que tenía sorpresas para los que asistieran y las sorpresas me las llevé yo

(no literalmente, no soy tan “así”). Un nuevo chico se unió, Daniel y leyó el que le tocó. Casi todos leyeron (Tomás, uno de los asistentes incluso leyó los dos y miraba a todos con picardía) e hicieron apuntes de lo que les interesaba como Beatriz. La señora Ada, se había tomado el tiempo de buscar en el diccionario las palabras que no sabía o no estaba segura de su significado y las traía anotadas. Nina e Hiram traían señalados sus puntos claves; Sami había terminado de un jalón, Wendy y Bianca con toda la pila, Manny echándole ganas… Y Andrea… bueno, ella ¡llegó! Arrastrando tacones, pero llegó. Venía media dormida (con dos Dramamines encima). La discusión estuvo interesante. Entre todos íbamos descubriendo las referencias en los libros. Y entonces llegó la hora de dar los libros. Y bajo la tradicional forma de “suertes”, de poner los…

(Como sobrevivir y mantener la calma en el intento)

(Como sobrevivir y mantener la calma en el intento) Las campañas políticas iniciaron (oficialmente) el 5 de abril y cerrarán (insisto, oficialmente) el 3 de junio para dar al voto ciudadano un  tiempo de recogimiento y reflexión pertinente, para que así sopese y se incline por el candidato de su preferencia el domingo 7 de junio, ante las urnas electorales. Y se nota señoras y señores, porque de pronto tenemos a diestra y siniestra personas versadas en política, en el radio se escuchan estribillos, carros con estampas en las ventanas, los espectaculares cambian de dueño  y se pueden observar a personas devotas, con playera Yazbek de algodón con los colores de los partidos por las calles. Sabemos que por el bien de los demás (y nosotros mismos) no se deben tocar temas de futbol, religión y/o política, sin embargo, esta es una situación que cada cierto tiempo, es inevitable.  Entonces, pasemos por el trance, con gracia. ¿Pero qué puede hacer usted, y nosotros simples y pobres mortales ante todo esto? Bien, antes que nada, apagar la

radio. Los estribillos que muchos de los candidatos escogen, son realmente pavorosos. En algún momento se tienen que dar cuenta que si uno los canta, es  en tono burlón, lo que significa que uno no va a ir a votar por ellos, nada más por las cualidades hipnóticas de las rimas y la genialidad de la adaptación musical. Informarse. No caiga ante el  proselitismo y la  demagogia. Lea las propuestas, analícenlas con amigos, vecinos o compadres; discútanlas y no nada más escoja porque es primo de fulana o es nietoparientedécimocuarto de la abuelita de su suegro, o porque “este roba menos” o “este ya robó la vez pasada”. Los principales afectados somos todos, entonces ¿Vale la pena? Bien ¿No les convence? Entonces se busca negociar, o una persona cuyas propuestas convengan más. No promueva el abstencionismo o la anulación. Si realmente está inconforme, apueste por…

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como […]

Estoy de acuerdo, llegar a una librería (o biblioteca) sin guía es como bajarse del camión de pronto en una gran ciudad. Vertiginosa, abrumadora, te desorienta y no sabes ni para donde irte. Si hay quienes entran, olisquean y se pierden, como pequeños ratones, y  hay a quienes los ves pasearse entre  los pasillos como surfistas en olas tranquilas. Pero ¿no sería agradable que los primerizos, los asustadizos, o los indecisos no solo se quedaran dándole vueltas al área de las novedades, o en Sanborns, en las revistas? Si, sería agradable. Alguien que por lo menos te preguntara “¿cómo qué te gustaría leer?” O  “¿cuál fue tu último libro?” “¿te gustó o no?”... Que de pronto saquen un libro de la nada y te digan “¿Qué te parece esté?” y tú preguntaras “¿de qué trata?” y recibieras una respuesta. En Gandhi, salió uno. Que basándose vagamente en mi selección, me recomendó dos o tres bastante interesantes. Al grado que los tuve que anotar (El Baile, Nieve en Otoño y Suite Francesa todos de

 Irene Nemirovsky, el otro era uno de Patrick Mondiamo, que ya llevaba). Entonces, mi mamá me contó de una señora de una librería en la terminal 1 del Aeropuerto de México, que sus recomendaciones eran muy buenas. Que la buscara, que no me iba a decepcionar. Me entró la duda ¿por qué son buenas sus recomendaciones? Cuando estuve, ahí en el aeropuerto, entre pequeñas librerías me pude dar una idea. Había una, muy bonita, decorada muy minimalista, con estantes de madera y lámparas. Con un individuo delgado, muy bien arreglado; digamos elegante el asunto. Tenía muchas personas y al tipito ahí parado en medio recibiendo a todos. Llegué inquisitiva. Hola buenas tardes ¿qué me recomienda? Pues- respondió amable- de este lado tenemos las novedades. Si, ya veo- Literalmente, pues justo a donde señalaba había libros muy acomodados bajo el letrero NOVEDADES. ¿Alguna en especial? Pues, todas son…

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me […]

El comienzo de la aventura bloggera es desde que sacaron la convocatoria para participar con una entrada de blog y ganarte un carnet por los tres días. No me gané nada. Chin, ahora a ahorrar. Y en esas estaba, cavilando y sopesando las posibilidades como buena neurótica y ansiosa social que soy, cuando Josué me contacta por chat de Face y Erika por chat de gmail... Ambos para decirme que estaba invitada a asistir, que me iban a dar un pase de prensa por los tres días. Que lo único que tenía que decir era

que iba a ir. Ni modo. dejo de lado las cavilaciones y me entrego a las obligaciones, o mejor dicho, compromisos. Es el primero (bueno, casi) y yo quiero estar ahí. Entonces solo dije "ahí nos vemos". Entonces con cámara en mano y casi sin pompis, me dejé involucrar de lleno en el foro. Donde por fin pude darle el tan escrito abrazo a Erika (no la conocía en persona). Fue un foro divertido, natural, con sus "percs" pero que jamás perdió la buena vibra de organizadores y asistentes.